La corrección política debe estar de plácemes con Peña Nieto. Lo deben considerar ya como el mejor Presidente de la historia mexicana. En lo que va del año ha impulsado y aprobado iniciativas que lo ponen a la vanguardia del “progreso”.
En la Reunión de Copenhague sobre el cambio climático, fue el Jefe de Estado más audaz. No sólo refrendó su compromiso de reducir a la mitad las emisiones de carbono, lo que ni los países más industrializados querrían cumplir, sino supo identificar a los “culpables” del aire sucio: los empresarios mexicanos. Por ello serán los encargados de pagar por el aire limpio. Por supuesto, son ellos los “ricos” y merecen que la Comisión Federal de Electricidad les pase la cuenta de todo. ¿Y el “pueblo”? ¡No! Éste, ¡jamás! ¿Que cuelguen diablitos en los cables de luz o quemen llantas para divertirse? ¿Por qué no? ¿Vamos a contrariar sus “usos y costumbres”?
Desde marzo, las menores de edad podrán acudir a los centros de salud y, con sólo afirmar que han sido violadas, solicitar una “interrupción del embarazo”, que lo de un aborto, eso no existe, no hay niño o niña en su vientre sino un “embrión”, algo que “no es humano” (¿será una jirafa?). La muchachita no tiene que informarles a sus padres. Tampoco tiene que poner denuncia en el ministerio público. Que un violador ande suelto es lo que menos nos debe importar. Que haya oportunidades de adopción para el bebé, ni pensarlo. Que la muchacha quede después más traumada por abortar que por la supuesta violación, “supercherías”. Lo que importa es que la muchacha aborte y ya, para así avanzar y luego también deshacernos “piadosamente” de los viejitos, o de niñas violadas que “prefieren” mejor no vivir, como ocurre ya en los países “más civilizados”, como lo es Bélgica. “¿Qué necesidad tienen de seguir allí viviendo, todos aburridos o atormentados?”
¿Que prácticas “tan avanzadas” no pueden darse en el “oscurantista” México? ¡Qué va!, funcionarios del gobierno de Peña, específicamente el director del IMSS, ya se preparan para extraer los órganos de los pacientes terminales, sin previa donación, para transplantarlos a quienes los necesiten. No hay nada que temer. No debemos dudar que el IMSS tiene los recursos y los instrumentos para asegurarse de que el paciente al que extraigan los órganos esté bien muerto.
¡Ah!, por decreto ya logró Peña que no exista el Distrito Federal. Promulgó, ¡atiza!, la existencia de la Ciudad de México. Lo mejor: gracias a su iniciativa los ahora mexicas podrán encargarles a los santones de la izquierda la redacción de una Constitución de “avanzada”, la más avanzada del mundo. Todo será derechos, nada de responsabilidades como pagar los mexicas su sistema de educación, su sistema de salud, su sistema de transporte: para eso pagamos impuestos los del “interior” del país. Así, una vez que la nueva Constitución lo ordene, habrá el paraíso. Como consecuencia de la promulgación de la Constitución se gozará de inmediato de aire limpio, amplios espacios recreativos para cada habitante, jardines exuberantes al lado de cada casa, agua excesiva (aunque la roben a los estados vecinos), días feriados sin fin, atención hospitalaria de primer mundo, no cualquier transporte sino uber gratis, y, por supuesto, irrestricto respeto al derecho de los niños de tener sexo a tempranísima edad, por lo cual las escuelas ofrecerán cursos muy descriptivos y completos sobre cómo hacerlo solos, en pareja, en trío, en grupo, con otras especies de animales… y al niño o padre que se resista se le dará oportuna atención psiquiátrica. Los mexicas tendrán así garantizado el “derecho a ser feliz”.
De ningún modo se debe limitar la “libertad” de cada individuo de gozarse, según le dé la gana. Debe incluso fomentarse su alegría. Por tanto, gran defensor de la “autonomía” y del contento individuales, Peña ha impulsado una ley para el uso no sólo medicinal sino lúdico de la marihuana. Y ahora sus más allegados discuten sobre legalizar la producción de amapola para que así tengan los pobrecitos narcos una oportunidad de ganarse la vida. Peña es muy compasivo con ellos, los más menesterosos, aunque libremos ahora una guerra contra sus organizaciones criminales que nos tiene a todos con el grito en la boca.
Por si aún dudáramos de su corrección política, en esta semana Peña ordenó reformas legales para permitir el matrimonio y las adopciones gay. Que en el proceso se ignoren todas las constituciones y códigos civiles de cada estado no importa. Que, sin abundar en detalles “oscurantistas”, se ignore que el matrimonio entre hombre y mujer es la institución base de la procreación y de la fundación de las familias, y que sólo es posible procrear con la unión de un hombre y una mujer, esto es de “retrógados” y “homófobos”. Que los niños también tienen derechos, ¡por supuesto!, gozarán así, se nos dice, no de un papá sino de dos, tres, o aun veinte papás gayísimos. A los homosexuales no sólo hay que respetarlos y tolerarlos sino que se les debe además aplaudir y ofrecerles un entorno social en que se sientan soñados. ¿No es así que queremos todos que nos traten?
Por supuesto, como adalid de la corrección política, Peña no permite que se apruebe una ley con dientes contra la corrupción. Dice no a la rendición de cuentas, dice no a la transparencia, dice no al 3 de 3 (que quienes reciban o manejen fondos públicos hagan públicas sus declaraciones de impuestos, patrimoniales y de conflicto de interés), dice no a castigos ejemplares a corruptos. ¿Permitir las cuentas claras, lo que más queremos los mexicanos? ¡Nunca! Eso, dice su grupo, desataría una cacería de brujas, y la cacería de brujas, afirman, es cosa de los oscurantistas, cosa de los atrasados que viven todavía en la Edad Media, cosa de los zombies que obedecen ciegamente las órdenes de un cura.
Por eso Peña se ocupa de asuntos más importantes. Así como Obama no se distrae en buscar cómo pagar la deuda de Estados Unidos de 18 trillones de dólares, sino sobre permitir a como dé lugar que un hombre viejo y pervertido, si se cree bebita, entre sin ningún impedimento al baño de las niñas, Peña no se preocupa de la corrupción sino de que México sea cada día más políticamente correcto.