Aunque en algunos estados la participación electoral haya sido de muy bajo porcentaje, no deja de haber signos del valor del voto como derecho y deber de la ciudadanía, al grado de encontrar significativas sorpresas para ganadores y perdedores y que las encuestas no detectaron previamente.
Sin entrar en el forcejeo partidista que se está dando en relación al presente y al futuro de nuevas elecciones, considero importante que los ciudadanos advirtamos el valor y la responsabilidad del voto: es granito en apariencia insignificante en su individualidad, pero así se va construyendo la democracia, con más numerosa y consistente participación de los ciudadanos.
Ahora bien, que no se vea la política como un negocio, sino como un servicio para el bien común, especialmente a favor de los más marginados.
Los ganadores, personas y partidos, tiene el compromiso de cumplir las promesas de campaña. Hay muchos retos, por ejemplo: abatir el desempleo, la violencia, el crimen organizado, la corrupción, la impunidad. También hay muchos programas siempre pendientes de mejoría, por ejemplo: salud, trabajo, educación, familia, vivienda, vialidades, libertad de expresión.
La función pública requiere ejercicio ético y legal; o sea honestidad, transparencia, verdad, justicia, creatividad. En una palabra, pasión por llevar a cabo un desarrollo integral y sostenible, en perspectiva de las actuales y las nuevas generaciones.
Seamos críticos constructivos, corresponsables y tenaces en la esperanza de que podemos y queremos avanzar.