Frecuentemente he recordado, durante estos últimos años, a Ghada, una joven médico de Irak que conocí en la ciudad de Lovaina. A través de ella supe algo más sobre una de las civilizaciones más antiguas. En Mesopotamia, la actual Irak, surgió la escritura hace unos cinco mil años y allí se desarrolló un modelo de organización social que dio lugar a las ciudades que hoy conocemos. No puede olvidarse que Irak es un país con más de seis mil años de cultura. Ghada, católica, manifestó que la práctica religiosa era muy alta y que las parroquias tenían mucha vida. También comentaba cuanto le extrañó la frialdad religiosa de muchos católicos europeos y su forma de vivir el cristianismo, sin coherencia con sus vidas.
Volviendo a la actualidad, el sacerdote caldeo Douglas Bazi dice que, antes de 2003, había más de dos millones de cristianos en Irak. Ahora, quedarán unos 300.000, quizás menos. Manifiesta que unas 120.000 familias viven en campos de refugiados, al borde de la emergencia. Aunque este sacerdote fue secuestrado y torturado, nada en su rostro lleva a pensar en el odio o la venganza. Dice: “Tenemos que perdonar para dejar que la gracia de Dios se transmita de generación en generación.” El sacerdote Douglas Bazi tuvo que dejar Bagdad después de que volaran su parroquia. Ahora se encuentra en la iglesia de san Elías, en Erbil (Kurdistán) y allí acoge a decenas de familias iraquíes refugiadas que han huido de los terroristas del ISIS. Manifiesta: “No quiero que la gente me mire como un héroe porque no lo soy. Yo solo soy un iraquí que ama a su país. Tengo fe como cristiano y mi vida es ser sacerdote y servir a la gente pese a que he vivido situaciones terribles.” Explica que el papa Francisco está llamando la atención de la comunidad internacional, “está haciendo que se hable de nosotros”. Continúa diciendo: ”Gracias al papa Francisco, quizás no tengamos que esperar cien años para que se hable del genocidio de los cristianos en Irak como los que tuvieron que pasar para que se reconociera el genocidio armenio.” Manifiesta que los rosarios más bonitos de su vida fueron aquellos que rezaba usando las cadenas con las que le ataron sus secuestradores. Y añade que la “venganza” de los cristianos iraquíes es el perdón. Al perdonar se sienten fuertes.
Líderes religiosos y defensores de los derechos humanos llevan tiempo instando a la comunidad internacional para que se frene la persecución en masa de cristianos en diversos puntos del globo y, en particular, en Oriente Medio. Más de 7.000 personas pagaron con su vida, en 2015, su credo religioso. Y, en Irak, los cristianos se han visto perseguidos en su propia tierra. ¿Cuántos cristianos de rito en arameo – la lengua de Jesús – quedarán en Irak? No se sabe con certeza porque están escondidos o han huido finalmente. El éxodo por la persecución pone en peligro una presencia milenaria. Bagdad, Basora y Mosul son las plazas históricas con presencia cristiana – originalmente asirios y caldeos – desde la época anterior a la existencia del Islam pero el Daesh ya les ha expulsado de esta última ciudad.
En el mundo en que vivimos, esencialmente inestable, conmueve la violencia ejercida sobre tantos miles de personas y los datos confirman que la comunidad religiosa más perseguida es la cristiana. Viene bien considerar que los países de raíces cristianas son, por regla general, lugares de libertad religiosa.
Quiero, ahora, destacar otro país, Pakistán, en donde se da una escalofriante realidad: sus habitantes son víctimas de un extremismo yihadista que el régimen político no es capaz de domar y en donde los cristianos viven atormentados por una delirante persecución legal. Creo que hemos visto algunas noticias en los medios de comunicación pero, posiblemente, se desconozca en nuestro país las circunstancias en que, hace cinco años, caía asesinado el ministro pakistaní Shahbazz Batti. Desde su juventud se había ocupado, incansablemente, de los derechos de las minorías e impulsado la paz en su país. Podría haberse exiliado y abandonado su compromiso y, sin embargo, siguió adelante en su tarea difícil de paz. En Pakistán viven hoy más de tres millones de cristianos en unas condiciones deplorables. La noche del pasado 1 de marzo, miles de cristianos se reunieron en la catedral de Islamabad para celebrar la Eucaristía en memoria de Shahbazz Batti, el ministro asesinado. El edificio fue rodeado de alambres de espino y fue fuertemente protegido por la policía.
Resulta impresionante leer el testamento espiritual de este hombre e invito a leerlo a través de Internet. Solo citaré algunos párrafos: “Se me ha pedido que abandone mi batalla pero yo siempre lo he rechazado…Yo quiero servir a Jesús como un hombre normal… No quiero popularidad, no quiero posiciones de poder…Quiero que mi vida, mi carácter, mis acciones, hablen por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí que consideraría un privilegio el que, en este esfuerzo y en esta batalla por ayudar a los necesitados, a los pobres, a los cristianos perseguidos de Pakistán, Jesús quisiera aceptar el sacrificio de mi vida.” Y así sucedió, fue asesinado hace cinco años, ofreciendo su vida por muchos.