Los jóvenes han hecho lío, con alegre y contagiosa vitalidad, suscitada por Dios a través de un anciano –el Papa Francisco-.
Desde Polonia y la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa se ha encontrado con millones de jóvenes, muchos presentes físicamente y muchos otros virtualmente.
Me parece significativo lo que una joven expresa, casi como síntesis del pensamiento y corazón de muchos otros jóvenes: “Cada vez más creo que Dios existe pese a todo nuestro dolor. Creo que, es más, existe a través de nuestro dolor… Mi fe en Cristo es la razón de mi esperanza y mi alegría.”
Frente a la violencia y la guerra, el Papa ha dicho: “Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia … Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado, y nuestra respuesta a este mundo en guerra… se llama fraternidad, hermandad, comunión, familia.”
El Papa añadió: “No vinimos a este mundo a ‘vegetar’, a pasar por él cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca. Al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella.”
El Papa lanza a los jóvenes a ser protagonistas de la historia: “Jesús –dice el Papa- quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo contigo… ¿Qué respondes, sí o no?”
Otro momento vibrante fue no de palabras, sino de una oración silenciosa en los campos de exterminio de Auschwitz, por los millones de seres humanos que fueron ahí sacrificados en el siglo pasado.
El Papa también dijo: «No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no” fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad”.
Frases que nos conectan con otro encuentro de jóvenes, que se realizará en Río de Janeiro, Brasil, o sea las Olimpiadas. Para el cual el Papa dice: “Sueño con el deporte como la práctica de la dignidad humana convertida en un vehículo de fraternidad. Que el deporte fomente el encuentro fraternal entre los pueblos y contribuya a la paz en el mundo.”
Y yo pienso con dolor en tantos jóvenes de la Diócesis de Tehuacán y lugares circunvecinos, atrapados por las adicciones al alcohol, la droga, o la violencia con motivo del robo de combustible, de ganado, de vehículos pequeños o grandes con mercancía, luego con la compra-venta de lo robado; pero pienso también en muchos otros jóvenes que están decididos a no dejarse atrapar y responder, en cambio, con rectitud y honradez a las opciones engañosas del dinero fácil y deshonesto.
Vuelvo a las palabras del Papa Francisco: «La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón”.
En Jesús tenemos la esperanza y la certeza de un amor que no falla y que nos sostiene para enderezar el camino y sostenernos en opciones limpias, generosas, creativas. Jesús confía en nosotros y nosotros confiamos en Él.