Han terminado las vacaciones. Alumnos y maestros han regresado a la escuela. Algunos lo ven como una pesada carga; otros como una oportunidad para aprender y mejorar; como están las cosas, otros lo ven como un privilegio, dado que continúan los bloqueos para iniciar las clases.
Qué importante es contemplar la opción educativa, en el doble aspecto de dar enseñanza y ejercer aprendizaje, como una verdadera elección personal, libre y también responsable. Anhelamos que haya numerosos maestros y alumnos que superen la medianía y busquen la excelencia no tanto en relación a la calificación cifrada en números, sino sobre todo la capacidad de saber con actitud más crítica, apasionarse por lo que se aprende y ponerlo en acción de manera más creativa para bien no sólo personal sino de muchos más.
Ahora bien, todos estamos llamados a ser alumnos por aprender y maestros por compartir generosamente lo asimilado. En lo humano y espiritual.
En el ámbito de la fe cristiana, Jesús es nuestro Maestro, nosotros sus discípulos. Más en concreto, como lo ha dicho Aparecida, somos sus discípulos misioneros: para seguirlo y dar testimonio suyo. Con tal Maestro, lo espiritual es encarnado y lo humano es ennoblecido hasta la plenitud de trascendencia. Eduquémonos y ayudemos en la educación con la satisfacción y gratitud de los avances que se van logrando, también con el reto de alcanzar nuevas metas más exigentes.