El 16 de septiembre celebramos el Día de la Independencia Nacional, que representa el vértice de nuestras Fiestas Patrias. Relucen por doquier los símbolos del Himno, el Escudo y la Bandera, con los respectivos desfiles.
No dejan de hacerse presentes otros símbolos también muy propios, como la fiesta charra y el mariachi. Y, con éstos, también el sombrero, el rebozo y el tequila.
Desde luego, en un lugar especial, está la Virgen de Guadalupe.
Con más precisión, este 16 de septiembre celebramos el 206º aniversario del inicio de la Independencia, cuya consumación fue 11 años más tarde, el 27 de septiembre de 1821; aunque para muchos pasa desapercibido el aniversario de la consumación. Ahora bien, examinada la situación actual, la Independencia es un hecho oficialmente consumado, pero no totalmente concluido. Me explico.
Celebrar la Independencia nos lleva a referirnos a la libertad, la justicia, la paz como rasgos claves de la identidad como Nación y hay mucha tarea por cumplir en ese sentido.
Sabemos, por ejemplo, que la libertad no es simplemente hacer lo que queramos, lo que se nos antoje; eso puede convertirse en libertinaje y, por lo mismo, entraña tendencia de esclavitud. La libertad es, más bien, la capacidad de optar y actuar según criterios de verdad y de bien.
Es todo un reto que la Independencia se exprese en desarrollo sostenido y sostenible para las presentes y nuevas generaciones en mayor bienestar personal, familiar y social, en mayores y mejores posibilidades de empleo y de salarios, de seguridad social, de nivel de instrucción y educación, de libertado religiosa.
Seamos agradecidos con los héroes que nos han dado y nos siguen dando Patria. Seamos responsables y corresponsables en nuestra participación.
Si somos exigentes en lo que esperamos de otros, también seamos comprometidos en lo que se espera de nosotros.
La Virgen María de Guadalupe, estampada en la bandera del Padre de la Patria e intensamente presente en el transcurso de los siglos, como la reconocemos e igualmente lo ha reiterado el Papa Francisco en su reciente visita a México, nos acompañe y sostenga con su materna mirada y protección para resolver los retos que hoy nos interpelan. De modo que hay mucho por celebrar y mucho también por realizar, eso sí con libertad y responsabilidad.