Dios se ha quedado sin trabajo dice el cardenal Joseph Ratzinger en el prólogo a la segunda edición de su libro “Introducción al Cristianismo”, del cual se vendieron 50,000 ejemplares en pocos días. ¿Por qué tanto éxito? Porque analiza desde la fe la condición humana en este fin y principio de siglo, marcado por la angustia y por la violencia; la tercera guerra mundial en pedacitos, según su sucesor en la cátedra de Pedro.
Dios, un desocupado más. Explicamos por qué. Porque el primer artículo del Credo, de acuerdo con la sagrada Escritura, afirma que Dios, al principio, creó los cielos y la tierra, las cosas visibles e invisibles, y que nada de lo que existe fue hecho sin Él. Todo fue creado por Él, y todas las cosas tienen en Él su consistencia. Los siguientes artículos del Credo dependen de esta verdad fundamental. La primera profesión de fe católica consiste en creer en la existencia de Dios y en que todo lo que existe viene de Dios: en Él vivimos, nos movemos y existimos, dice san Pablo. Esta verdad fundamental se despliega en tres pasos:
1°. La Creación. Dios es el Creador de todo lo que existe. Dios y el mundo, el Creador y la creatura son una pareja inseparable. NI se extrañan ni se confunden. Depende una de otra. Una como principio, Dios, y otra como efecto, la creatura. Esta acción singular de Dios se llama crear. Se dice que fue de la nada, no porque la nada sea algo, sino porque Dios crea libremente, sin depender de nadie ni de algo preexistente. Él es el Creador y lo demás son creaturas. Nada más.
2°. La Conservación. Dios no sólo crea, sino que conserva en la existencia todas las cosas. Como recibieron de Dios la existencia también necesitan la consistencia, la acción constante de Dios para mantenerse en el ser. Nuestra fe nos invita a actuar como dependientes en todo momento y lugar de la acción creadora de Dios. Toda creatura necesita que Dios no nos deje de su mano. La Biblia enseña que este amor creador y misericordioso de Dios es constante, y dura para siempre.
3°. El Gobierno universal de Dios. Dios no solo nos dio la existencia y nos conserva en ella, sino que la dirige y gobierna según su sabia voluntad. Dios nunca deja su obra al garete, sino que la gobierna con mano fuerte y suave a la vez. Gobernar es hacer que todas las cosas cumplan su destino, sin violentarlas ni contradecirlas. Dios nos gobierna encauzando todas las cosas a su propio fin, según su propia naturaleza. Al hombre, respetándole su libertad. El gobierno de Dios nos conduce hacia la felicidad. También le llamamos Divina Providencia.
El gran pecado del hombre moderno desacralizado es contra Dios Creador. Envalentonado por sus conocimientos y adelantos científicos, su inteligencia se queda a la mitad del camino de la sabiduría. Sólo llega hasta el big-bang. No se preocupa por ilustrar su fe, pues cree que ya no necesita de Dios. Hace y deshace a su gusto la creación, porque piensa que él sí sabe cómo ordenar el mundo, gobernar a los pueblos y dar felicidad. En el campo de la justicia surgen los sabios, poderosos y legisperitos que se encargan de producirla y de inventarla. Esta protesta contra Dios a causa de la injusticia existente produce dictadores y tiranos moralistas que imponen su pensamiento y crean infelicidad. Disponen de vasallos por doquier, como la historia lo demuestra con claridad. Sólo la fe en Dios Creador puede salvar.
Mario De Gasperín Gasperín