Me parece necesario, más aún imprescindible, al menos para un cristiano, estudiar en profundidad la fe que profesa, para poder responder a tantos interrogantes que la inteligencia humana, medianamente cultivada, se pregunta, por ejemplo, acerca de si hay vida y vida eterna, después de la muerte.
La Iglesia Católica dedica el mes de Noviembre (penúltimo del año), para ayudarnos a reflexionar sobre la brevedad de la vida, dedicando todo ese mes a rezar especialmente por las almas de los difuntos que permanecen en el Purgatorio por haber conseguido, al menos, un aprobado o notable en la tarea que se le encomendó en la tierra y ahora están en espera de conseguir el sobresaliente definitivo para poder gozar de la plenitud de felicidad que durará eternamente en el cielo. ¿Qué por qué tienen que esperar, unos más y otros menos, para conseguir el sobresaliente? Porque en el cielo no puede entrar nadie que tenga una “mijita” de pecado y cada uno tendremos que purificarnos hasta sacarnos brillo, dependiendo del número de “mijitas” acumuladas, porque en el más allá no se tiene en cuenta recomendaciones de ningún tipo, ni prestigios alcanzados en la tierra, ni las tarjetas “black” y eso, conocerlo, conocerlo en profundidad, es competencia exclusiva de su Divina Majestad.
Cuando reflexionamos, no nos resulta difícil entrar en la lógica de nuestro pasado y de nuestro presente porque lo hemos visto, tampoco resulta costoso comprender la lógica de la muerte porque es fácilmente comprobable: ¡todos moriremos!
Sin embargo descubrir la lógica del más allá, ¡eso tiene mayor dificultad! ¿Resucitaremos? El Cristianismo da la solución: Cristo resucitó, no fue apariencia y está claro que no resucitó como un fantasma. En la aparición a los discípulos en el Cenáculo, San Lucas escribe: “….Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: La paz esté con vosotros. Se llenaron de espanto y de miedo, pensando que veían un espíritu. Y les dijo: -¿Por qué os asustáis? Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Palpadme y comprended que un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Y dicho esto, le mostró las manos y los pies….Les dijo: -¿Tenéis aquí algo que comer? Le ofrecieron un trozo de pez asado. Y lo tomó y se lo comió delante de ellos.”….
Y esa es “la lógica del más allá”: Nosotros resucitaremos con nuestra carne como resucitó Cristo. Y si Cristo, después de resucitado, siguió demostrando su cariño a los que amó en la tierra, el hombre lo experimentará también, como lo enseña San Josemaria Escrivá cuando dice: “No lo olvidéis nunca: después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el amor de Dios encontraréis, además, todo los amores limpios que habéis tenido en la tierra.”
Es cuestión de fe. Jesucristo la concede a quien se la pida. Y también es necesario el estudio, la formación. Los ya bienaventurados en el cielo, se esforzaron por entenderlo cuando estaban en la tierra…
Aprovecharía para insinuar el desconocimiento de muchos cristianos que se dejan llevar por costumbres paganas olvidando las conmemoraciones de los Días de los Difuntos para rezar por familiares y amigos y enseñar así a sus hijos, y la de Todos los Santos recordando los buenos y heroicos ejemplos de los santos. La fantasía anglosajona ha suprimido su sentido religioso para celebrar la que llaman “Halloween” disfrazando a los más pequeños de brujas, fantasmas, demonios…fomentando las supersticiones sobre la muerte y los difuntos. En países donde está más arraigada esta fiesta, una mujer, Cristina Kneer, que permaneció mucho tiempo cerca del satanismo, reveló que en fechas como “Halloween”, los satanistas ofrecen “Misas Negras” donde decenas de jóvenes y niños son sacrificados invocando a Satán…Advierte que “miles de personas han adoptado sin saberlo una costumbre satánica y con ello están propiciando el crecimiento del satanismo en México”.
Sería una buena decisión que las familias cristianas, colegios, asociaciones valoraran en su justa medida la influencia negativa que puede suponer para grandes y pequeños el banalizar el verdadero sentido de la muerte y la existencia del más allá, pretendiendo, poco a poco, desviar de la realidad con bromas y disfraces.
El exorcista más famoso el mundo, Padre Amorth, recientemente fallecido, afirmaba que: “Halloween” es una trampa del demonio que trata de que caigamos por todos los medios”. “Se trata de una fiesta anticristiana y anticatólica (…) Es una idea del diablo, que tiene la intención de alterar los planes de Dios”.