La Navidad ya está muy cerca. De hecho hemos entrado en este tiempo que algunos o muchos llaman “Guadalupe-Reyes”, o sea el tiempo que va desde la Fiesta de la Virgen de Guadalupe hasta la de Reyes.
Se nota en que los estudiantes y maestros van entrando en el tiempo de vacaciones, también en el ritmo de compras y ventas en las tiendas y mercados.
Pero veo que hay muchos signos de preparación ajenos a la auténtica Navidad: no basta prepararnos a una fiesta familiar, al convivio con platillos especiales y bebidas abundantes, con intercambio de regalos, tal vez muchos de ellos caros o innecesarios, a olvidar por un rato las penas de la vida. En este tipo de Navidad, efectivamente, muchos quedan fuera, se sienten relegados.
Pero la Navidad verdadera, que es el Nacimiento del Niño Jesús, no desplaza a nadie; al contrario: es para todos. Jesús es Dios hecho Hombre, que nace para asumir TODA la condición humana, la de hace dos mil años y la de ahora: la de violencia, crimen, inseguridad, corrupción, impunidad, también la de quienes, a pesar de todo, sueñan en una sociedad que cultive el desarrollo integral por caminos de justicia y de paz.
Preparémonos, entonces a una dichosa y santa Navidad con Cristo Jesús. Las asperezas y tribulaciones, que no faltan, sean una forma de entrar a la Noche Buena desde la noche de la Cruz, pero con la esperanza de la Resurrección.