Hambre, muertos por falta de alimento y medicamentos, y en especial, protestas masivas, han sido los titulares en los periódicos venezolanos en los últimos días. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el 27 de marzo pasado, emitió dos sentencias: 155 y 156. La primera elimina rotundamente la inmunidad parlamentaria de los diputados electos, de mayoría opositora desde enero de 2016; mientras que en la segunda se otorgan facultades especiales de asumir todas las funciones de la Asamblea Nacional al TSJ.
Esta sentencia emitida por el TSJ, es totalmente anticonstitucional y característica de un régimen totalitario, llevando al país a un precipicio del cual será difícil salir. Se pretende a cualquier costo (incluyendo agresiones físicas), desaparecer la Asamblea Nacional electa por la voluntad del pueblo venezolano.
El Cardenal Porras en unas declaraciones afirma que “siguen las medidas que cercenan la Asamblea Nacional como poder autónomo y confunden a la población”. También a esta denuncia se sumó el Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa, al indicar que “el bloqueo a la Asamblea Nacional persiste […] Me sigue preocupando que el país se encuentre en estado de excepción con respecto a asuntos de materia económica, desde hace aproximadamente un año. Esto no es normal”.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) afirmó en su último comunicado del 31 de marzo del presente año que «Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas».
Son preocupantes las horas de tensión que vive el pueblo venezolano, el fanatismo no puede apoderarse a placer de la ciudadanía, debemos buscar medios de unión donde todos los venezolanos podamos convivir en paz y proteger la estabilidad espiritual, física y moral de cada uno de sus habitantes. El día de hoy agredieron al diputado Juan Requesens mientras acompañaba a la manifestación que se dirigía pacíficamente a protestar por dicha sentencia. Se encuentra estable en cirugía menor esperando y soñando que dichas acciones hagan recapacitar al gobierno venezolano sobre los actos de atropello contra la ciudadanía.
Es inminente el pensar que, si se mantienen dichos conflictos, puede presentarse caos, desorden y un derramamiento innecesario de sangre tricolor. En este momento las necesidades reales de la gente son la falta de alimentos y de medicinas, ya es hora que las autoridades competentes hagan algo al respecto”.
Oremos por la paz en el mundo y, sobre todo, por aquellos que son a diario víctimas de la violencia, testimonio claro de un mundo donde los valores deben ser rescatados y la libertad de expresión, debe ser un pilar dentro de nuestra formación como hijos de Dios que somos todos.
Por Angelo De Simone