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Mi hijo es lo mejor que me ha pasado en la vida

Por Akli Ahlet

«Siempre viví sola con mi papá porque mi mamá falleció cuando yo tenía 4 años y nadie de mi familia jamás me quiso cuidar. Así que a mi papá se le hacía muy complicado cuidarme e ir al trabajo, por eso al terminar mis clases iba sola a natación.

A los 15 años coincidí en la escuela con una chica que me odiaba porque yo siempre estuve completamente en contra del aborto y ella siempre me decía: «…porque nunca te violaron». Y yo le respondía que, aunque lo hicieran, jamás mataría a mi hijo porque él no tendría la culpa de aquella violenta agresión.

Un día,  a la pileta mientras esperaba el micro, ella y su hermano me subieron  a un auto y me violaron.

Si he de ser sincera, no me quedó ningún trauma aunque, ese día, sentí mucho asco. Pero fue en el momento.

Se lo conté a mi papá y él, no sé por qué, se sentía culpable por no haber podido ir a recogerme  debido a su trabajo. Él no tenía la culpa porque, verdaderamente, le era imposible ir. Debía  trabajar porque  si no, no comíamos. Nosotros somos de Croacia pero ahora vivimos en Argentina donde es más fácil la vida pero en Croacia era más complicado y dejé de ir a natación.

A los 4 meses, más o menos,  empecé a desmayarme y con bajos de glucemia bastante fuertes. Yo soy diabética y fui al médico y me dijeron que estaba embarazada y que tenía que abortar porque el embarazo, además, provenía de una violación.

La «doctora» me dijo que mi hijo  era un asco y todo por un crimen  que no cometió. Decía que  no iba a sobrevivir si ya tenía esos bajos de glucemia. Yo me puse a llorar y a decir que no entendía por qué se ponía en contra de mi hijo si él no había hecho nada malo.

Mi papá agarró mi mano y me sacó de ahí sin mediar  ninguna palabra. Lo único que me dijo cuando subimos al auto fue que, cuando naciera mi hijo, me tenía que poner a trabajar porque con el sueldo de él no podía pagar todo.  Yo sabía que mi papá jamás diría que matase a mi hijo y sus palabras me alegraron mucho.

Seguí  yendo al colegio, comía muchas galletitas para que no me bajase  la glucemia y siempre mis compañeros me miraban mal y decían que mi hijo me iba a arruinar la vida.  Pero yo nunca les contesté porque mi hijo realmente es mi razón para vivir.

Él es un niño completamente bueno y hay gente que lo mira mal porque, de una u otra manera, se enteraron de cómo fue concebido. Y él con 5 años dice: «Son malos, mami, yo soy bueno, por eso me miran así».

Él todavía no sabe cómo fue concebido. Voy a decirlo cuando sea mayor pero ciertamente mi hijo es lo mejor que me ha pasado en la vida y volvería a pasar todo para poder ver a mi hijo todos los días y, además, ver la alegría de mi papá cuando ve a su nieto y decir: «Al fin, un niño para mí».

Ahora estoy estudiando para maestra y mi hijo me acompaña de vez en cuando al profesorado y está muy mimado. Cuando experimenté qué era ser madre entendí lo que es la verdadera felicidad».

Akli Ahlet, Argentina, nos manda este testimonio para compartirlo y poder ayudar a otras mujeres que pasen por algo parecido. Salvar El 1