Por motivos diferentes, muchos personajes históricos son presentados de modo falso, manipulado, incompleto, ensalzados o denigrados según los gustos.
Así, un rebelde asesino y ladrón llega a ser considerado por millones de personas como el gran héroe de la independencia y la libertad.
O también ocurre que otro personaje, militar de carrera que aplastó una rebelión sanguinaria, se convierta en un represor ególatra y un dictador despiadado.
O que aquel funcionario, que levantaba la bandera de su Patria y buscaba el bien para su tierra, un día aparezca como el defensor de una independencia regional en la que nunca había soñado.
O que el responsable de la muerte de millones de campesinos, burgueses, militares, sacerdotes y gente de todo tipo, para muchos siga siendo el gran defensor de una utopía maravillosa y de la liberación de los oprimidos.
No resulta fácil indicar cómo se dio el proceso manipulador que dibujó a unos como monstruos y a otros como héroes, pues cada caso tiene sus particularidades.
Lo que sí parece claro es que hace falta promover estrategias para evitar manipulaciones tan groseras de la historia que llevan a denigrar a unos y a exaltar a otros según las ideologías de quienes narran los «hechos», y encontrar maneras concretas para abrir espacios al conocimiento de tales hechos tal y como acontecieron.
Porque donde los historiadores, los promotores de la cultura, los periodistas, los escritores, trabajan con seriedad, leen los documentos, acuden a los testimonios de los eventos del pasado, las manipulaciones desaparecen como la niebla ante el viento, y las realidades quedan al descubierto.
Las leyendas laudatorias o denigratorias no tienen lugar cuando existe un sano espíritu crítico que supera frases hechas y mentiras repetidas miles de veces, y que permite reconocer que en tantos personajes del pasado no todo era malo, ni todo era bueno.
Desde ese espíritu crítico, con una buena asesoría histórica que anula manipulaciones ideológicas, las leyendas quedarán aparcadas, y habrá un mayor acercamiento a lo que realmente hicieron y fueron quienes son considerados como personajes importantes del pasado, con sus miserias y con sus grandezas.
P. Fernando Pascual