Un medio de comunicación social tiene ante sí dos opciones: buscar cómo comprender seriamente lo que ocurre, o elaborar manipulaciones al servicio de ideologías, grupos o particulares.
Para lo segundo, las tácticas pueden variar. Aquí se recogen algunas manipulaciones usadas con frecuencia por medios de comunicación ideologizados y partidistas.
1. Informar solo a favor del propio grupo y en contra de los «adversarios».
2. Ocultar lo negativo de «los míos» y lo positivo de «los otros».
3. Eliminar las declaraciones incómodas de «los nuestros» y divulgar las más desafortunadas de «los enemigos».
4. Destacar con grandes titulares lo que ayuda a la causa y poner en letra más pequeña lo que pueda perjudicarla.
5. Evitar imágenes negativas de quienes defienden el propio ideario y poner todas aquellas que descalifican a los del ideario opuesto.
6. Desviar la atención a temas marginales cuando los temas importantes no permiten ser tratados según la propia ideología.
7. Inventar comentarios y fuentes anónimas que desprestigien a los otros, y exaltar, incluso pagar, a personalidades que hablen a favor de las propias ideas.
8. Si el gobierno está en la misma sintonía, pedir subvenciones para ser más competitivos y con mejor calidad «informativa».
9. Si el gobierno está dominado por las ideas contrarias, resaltar machaconamente cualquier escándalo de corrupción de sus miembros y ningunear sus resultados positivos.
La lista podría alargarse, porque la capacidad de inventiva es enorme, y porque las pasiones llevan a actitudes manipulatorias realmente descaradas.
Lo que más sorprende es ver cómo algunos de estos manipuladores profesionales presumen de objetividad, de seriedad, de «independencia informativa», de imparcialidad, de ser una auténtica «alternativa», mientras saltan a la vista sus continuas distorsiones de la realidad.
Gracias a Dios, existen otros periodistas que saben abrir los ojos, que no temen recoger datos que pueden ir contra sus propias ideas, y que buscan ayudar a la gente a tener informaciones concretas y verificadas sobre lo que realmente ocurre cada día.
A esos buenos periodistas, aunque a veces no encuentren trabajo en medios muy manipulados, va nuestro homenaje y nuestra gratitud. Porque tienen valor, porque desean vivir su ética profesional, y porque abren ventanas para que podamos comprender mejor las sociedades complejas en las que nos ha tocado vivir.
P. Fernando Pascual