Reflexión homilética para el domingo 12 de noviembre de 2017
Las lecturas de este día nos hablan de distintas formas del encuentro profundo con el Señor, especialmente bajo la imagen de la sabiduría y del esposo.
- Libro de la Sabiduría
El libro de la Sabiduría es el más cercano cronológicamente a nosotros, del Antiguo Testamento, porque fue escrito entre los años 30 AC. Y 14 DC.
Nos habla de la Sabiduría de Dios que los Santos Padres interpretan de una manera especial refiriéndola al Espíritu Santo o bien al Hijo de Dios, Sabiduría (Palabra) engendrada por el Padre.
Podemos leer el párrafo como referido a Dios en el sentido de que la Sabiduría es como su personificación.
Si atribuimos la sabiduría al Hijo, lo invocamos y pedimos que venga a nosotros con todo lo que Él es e hizo en este mundo como Palabra del Padre y Redentor. Si lo atribuimos al Espíritu Santo podemos invocarlo con la Iglesia que repite frecuentemente: “¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles!”.
Lo bueno de la Sabiduría es que “la ven fácilmente los que la aman y la encuentran los que la buscan”.
Al párrafo de hoy le precede una invitación importante del mismo libro que dice así:
“Desead mis palabras, anheladlas y recibiréis instrucción”.
También advierte el hagiógrafo que quien tiene autoridad debe buscar la sabiduría para actuar bien.
- Salmo (62)
A la sed de Dios responde la certeza de tenerlo para siempre en la eternidad.
Este salmo viene a confirmar la esperanza de este encuentro:
+ Gozo en la contemplación de Dios: “¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!”
+ Ansias de poseerlo: “Mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”.
+ Deseo de vivir unido a Dios día y noche: “En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti”.
+ El salmo termina con una preciosa comparación que nos recuerda a la gallina que protege a sus polluelos, bajo cuyas alas sienten seguridad: “a la sombra de tus alas canto con júbilo”.
Así acoge Dios a los suyos.
- Tesalonicenses
Para que no nos desesperemos como los paganos que no tienen esperanza de resurrección, Pablo nos habla de la muerte como un paso a la eternidad, donde encontraremos a Dios que es Sabiduría y Esposo. El esquema del párrafo es éste:
+ No nos aflijamos como los que no tienen esperanza.
+ Renovemos la fe: Cristo murió y resucitó; y Dios nos llevará con Él por medio de Jesús.
+ Dios nos convocará a todos por medio de los ángeles. Todos resucitaremos. Todos iremos “al encuentro con el Señor y así estaremos siempre con el Señor”.
+ Finalmente nos pide Pablo que nos consolemos mutuamente con estas palabras de fe.
¿Cuándo vas a un velorio sabes consolar desde la fe con las palabras que sugiere San Pablo?
- Verso aleluyático
Recoge el consejo que nos da San Mateo para que no nos suceda lo que a las vírgenes necias, que no entraron en el banquete: “Estad en vela y preparados porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre”.
- Evangelio
Es muy conocido.
Las diez jóvenes invitadas para crear el ambiente de fiesta en la boda, esperaban al esposo. Como tardaba se durmieron. A medianoche un grito:
“¡Qué llega el esposo, salid a recibirlo!”
Al encender las lámparas cinco se encontraron con que no habían traído aceite de repuesto y dijeron las sensatas que lo más práctico era que fueran a comprar para que no les faltase a todas.
Cuando las necias quisieron entrar, el esposo las rechazó: “Se lo aseguro: no las conozco”.
Llama la atención que en otra oportunidad Jesús se presenta como el “Esposo”. Esta parábola, en cambio, presenta a las jóvenes como doncellas que acompañan al esposo.
La comparación en el fondo es igual, porque se trata de las bodas del Cordero.
Como conclusión podemos sacar estás:
+ A la Sabiduría debemos buscarla porque está cerca “y la encuentran los que la buscan… y les sale al paso en cada pensamiento”.
Sin duda esto nos recuerda el Apocalipsis: “Yo estoy a la puerta llamando”.
+ En la última comparación Dios viene como el Esposo. Para encontrarlo hay que estar vigilantes y preparados.
Estamos al final del año litúrgico, ¿cómo son tus relaciones con el Señor? ¿Estás preparado?
José Ignacio Alemany Grau, obispo