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Hildegard Von Bingen

Ella fue un prodigio de mujer que brilló en la Edad Media, un tiempo de la humanidad de la que algunos afirman que se caracterizó por ser una época oscura sin trascendencia, pero ella, santa Hildegard von Bingen, con su vida, echó por tierra estos falsos argumentos.

Nació en 1098, en Bermersheim, Alemania, en una familia noble. Fue la décima de sus hermanos, y luego de pasar enferma la mayor parte de su infancia, cuando ella tenía ocho años sus padres la entregaron a la Iglesia, a las monjas benedictinas de la Orden de san Benito, como un diezmo por ser la menor de sus diez hijos. En el monasterio fue educada e instruida en filosofía, teología y ciencias por la monja Jutta von Spanheim. En 1136 fue elegida Abadesa y en 1150 y 1165 fundó nuevos monasterios.

A la edad de 42 años, en el año 1141 tuvo una experiencia mística en la que recibió una instrucción directa de Dios, que le dijo: “¡Oh! frágil ser humano, habla y escribe lo que veas y escuches”. En obediencia, ella dictó sus visiones a su Hermano de hábito y consejero espiritual, el monje benedictino Volmar, y a la monja Richardis de Stade, sus amanuenses. Varios de sus escritos los envió a san Bernardo de Claraval, quien la alentó a continuar escribiendo, y al papa Eugenio III -monje cisterciense formado por san Bernardo- quien en 1147 la autorizó a escribir y a predicar en público.

Además de escribir poemas y extensos tratados teológicos, botánicos y medicinales, compuso música sacra para el coro y pintó varios lienzos. En teología escribió el tratado Scivias acerca del profeta Ezequiel y el libro del Apocalipsis, el Liber vitae meritorum y el Liber divinorum operum, en los que relata sus visiones en las que compendia la historia de la salvación desde el comienzo del universo hasta el fin de los tiempos, el misterio de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la Iglesia, de la humanidad y de la naturaleza como obra creadora de Dios.

Entre sus obras científicas, que no se describen como profecías, se destacan Physica, una obra extensa de nueve volúmenes que se ocupa principalmente del uso medicinal de plantas, árboles, piedras preciosas, metales y animales; y el tratado de medicina Causae et Curae, en el que define 28 tipos diferentes en el carácter de las personas.

Su epistolario es extenso, pues escribió cerca de 400 cartas que dirigió a personas sencillas, a diversas comunidades religiosas, autoridades civiles, obispos, cardenales, al Papa, a príncipes, reyes y emperadores. Sus escritos, por cantidad, calidad y variedad de intereses, no tiene comparación con ninguna otra autora ni artista del medioevo.

Hildegard murió el 17 de septiembre de 1179 a la edad de 81 años. Sus restos-reliquia reposan en la iglesia de Rupertsberg.

La doctrina de Hildegard, que le valió el título de Doctora de la Iglesia, se centra en exponer la divina revelación y en hacer conocer a Dios en la claridad de su amor, doctrina que se considera eminente tanto por la profundidad y la corrección de sus interpretaciones como por la originalidad de sus visiones.

En virtud de su fama de santidad y de su eminente doctrina, el 6 de marzo de 1979 el cardenal Joseph Höffner, arzobispo de Colonia y presidente de la Conferencia episcopal alemana, junto a los cardenales, arzobispos y obispos de Alemania, sometió al papa santo Juan Pablo II la súplica, a fin de que Hildegard Von Bingen fuese declarada Doctora de la Iglesia universal. En la solicitud se ponía en evidencia la ortodoxia de su doctrina, reconocida en el siglo XII por el Papa Eugenio III, su santidad y la autoridad de sus tratados. A la petición de la Conferencia episcopal alemana, en los años se añadieron otras, y al deseo común del Pueblo de Dios para que Hildegard fuese oficialmente proclamada santa, se añadió la petición de que también se le declarase Doctora de la Iglesia universal.

El 27 de mayo de 2012, Domingo de Pentecostés, el papa Benedicto XVI comunicó en la plaza de San Pedro del Vaticano la noticia de la atribución del título de Doctora de la Iglesia a santa Hildegard Von Bingen, al inicio de la Asamblea del Sínodo de los Obispos y en vísperas del Año de la Fe.

Por lo tanto, el 7 de octubre de 2012, acogiendo el deseo de muchos hermanos en el episcopado y de muchos fieles del mundo entero, con la plenitud de la autoridad apostólica, Benedicto XVI declaró a santa Hildegard Von Bingen, monja profesa de la Orden de San Benito, Doctora de la Iglesia universal.

Por Roberto O´Farrill

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