A Monseñor Sánchez

Miguel Rivilla San Martín

Difícilmente, tras esta experiencia desagradable, va olvidar ud. el dicho evangélico, válido para todos los cristianos y máxime para los pastores: “ Sed sencillos como palomas y astutos como serpientes”.

Ha causado profunda pena en algunos ambientes eclesiales, el comprobar que por su extemporánea intervención en los medios, el tema de los Obispos, siga todavía coleando y alimentando las críticas contra la Iglesia española.
Cuando parecía que la tormenta había amainado y la situación se estaba calmando en la crisis abierta por la pastoral de los obispos vascos, sus declaraciones han venido a añadir-quizás contra su voluntad- más leña al fuego y enturbiar las relaciones- “sendas de concordia”- del Episcopado con el Gobierno.
Le teníamos considerado a ud., por los puestos que ha desempeñado y ejerce ahora en la C.E.E., como uno de los obispos mejor informado y curtido en las lides mediáticas. Sabedor como pocos, que “el horno no estaba para bollos” y que la mejor postura, tras la clarificadora declaración de los demás obispos, con el cardenal Rouco a la cabeza, era guardar un prudente silencio.
No ha tenido en cuenta ud. el sabio aforismo castellano que reza:”En boca cerrada no entran moscas”; ni aquel otro, no menos expresivo:”Por la boca muere el pez”. Se ha visto ud. involucrado en el ojo del huracán. Quizás, le hayan sorprendido en su buena fe, invitándole a expansionarse ante los micrófonos de cierta emisora. Le hayan observado con lupa y ante una expresión desafortunada, hayan pretendido crucificarle.
Difícilmente, tras esta experiencia desagradable, va olvidar ud –querido señor obispo de Guadalajara-el dicho evangélico, válido para todos los cristianos y máxime para los pastores: “ Sed sencillos como palomas y astutos como serpientes”.

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