Difícilmente, tras esta experiencia desagradable, va olvidar ud. el
dicho evangélico, válido para todos los cristianos y máxime para los
pastores: “ Sed sencillos como palomas y astutos como serpientes”.
Ha causado profunda pena en algunos ambientes eclesiales, el
comprobar que por su extemporánea intervención en los medios, el
tema de los Obispos, siga todavía coleando y alimentando las
críticas contra la Iglesia española.
Cuando parecía que la tormenta había amainado y la situación se
estaba calmando en la crisis abierta por la pastoral de los obispos
vascos, sus declaraciones han venido a añadir-quizás contra su
voluntad- más leña al fuego y enturbiar las relaciones- “sendas de
concordia”- del Episcopado con el Gobierno.
Le teníamos considerado a ud., por los puestos que ha desempeñado
y ejerce ahora en la C.E.E., como uno de los obispos mejor informado y
curtido en las lides mediáticas. Sabedor como pocos, que “el horno
no estaba para bollos” y que la mejor postura, tras la clarificadora
declaración de los demás obispos, con el cardenal Rouco a la cabeza,
era guardar un prudente silencio.
No ha tenido en cuenta ud. el sabio aforismo castellano que reza:”En
boca cerrada no entran moscas”; ni aquel otro, no menos expresivo:”Por
la boca muere el pez”. Se ha visto ud. involucrado en el ojo del
huracán. Quizás, le hayan sorprendido en su buena fe, invitándole a
expansionarse ante los micrófonos de cierta emisora. Le hayan
observado con lupa y ante una expresión desafortunada, hayan
pretendido crucificarle.
Difícilmente, tras esta experiencia desagradable, va olvidar ud –querido
señor obispo de Guadalajara-el dicho evangélico, válido para todos
los cristianos y máxime para los pastores: “ Sed sencillos como
palomas y astutos como serpientes”.