Datos para el optimismo

Juan García Inza

Parece que a más de un católico le habría entrado el desánimo por tanto ataque descreído e injusto que la Iglesia viene padeciendo desde hace un tiempo. 

Parece que a más de un católico le habría entrado el desánimo por tanto ataque descreído e injusto que la Iglesia viene padeciendo desde hace un tiempo. En algunos medios de comunicación la noticia negativa contra la Iglesia, viniera o no a cuento, ocupa por sistema un lugar destacado. Y algunos se preguntan un poco alarmados: -¿Pero qué está pasando? Pues no está pasando ni más ni menos que es una realidad que siempre ha habido y habrá fallos humanos en la Iglesia, que está formada por santos y pecadores. Y además, el laicismo fundamentalista imperante da por hecho que todo lo religioso es una farsa y hasta un peligro para ala humanidad. A los que ellos piensan que no se meten en nada parece que les perdonan la vida pero, eso sí, que se recluyan en las dependencias parroquiales porque la religión en un asunto privado que no ha de tener la más mínima trascendencia pública. Sólo apoyan las procesiones de Semana Santa y las fiestas populares por que son ocasión de diversión y un atractivo turístico.
Pero no hay que meter la cabeza bajo el ala. La Iglesia está más viva que nunca, y estamos asistiendo a uno de los momentos gloriosos de la expansión y vivencia real del cristianismo en multitud de ambientes, provocando verdaderos fenómenos de heroicas actitudes, que la mayor parte de los medios silencia, y otros, pocos es verdad, tienen la gallardía de airear para que se sepa.
En estos días hemos tenido la alegría de conocer, por ejemplo que:
- Mil jóvenes se reunieron en Madrid a escuchar el gran concierto de música pop que ofrecieron un sacerdote, una religiosa y una religiosa. Y comprendieron que la música no está reñida, ni mucho menos con la fe, si es algo que merezca la pena.
- Un obispo y 20 sacerdotes de la comunidad cismática lefebvriana han regresado al seno de la Iglesia católica, y sigue ese movimiento de vuelta al “redil” de los que un día, inexplicablemente, se marcharon. Es un motivo de alegría.
- Es otro motivo de alegría conocer que una sacerdotisa episcopaliana se haya convertido al catolicismo junto con 150.000 americanos más de esa iglesia protestante.
- Y que es bonito, y muy estimulante, conocer esta semana que once universitarias hayan dejado sus brillantes carreras para profesar como religiosas oblatas y dedicarse a los más necesitados.
- Y que, como me decía una de la monjas Carmelitas descalzas del Monasterio de la Fuensanta de Murcia, en el último domingo de retiro dedicado exclusivamente a orar y convivir fueron 30 chicas, y que esperan más para el domingo 25 de Noviembre.
- Y una notición de primera plana que 239 sacerdotes y 3 obispos anglicanos se hayan convertido a la Iglesia Católica. Y que hayan hecho lo mismo 500 ministros protestantes. Y que durante la Pascua del 2001 en Estados Unidos se hayan bautizado en la Iglesia Católica 150.000 personas. Y que cada año entran en la Iglesia Católica 1.000.000 de personas en África.
- Y algo reconfortante es que 6.000 personas nos hayamos reunido en Madrid el primer fin de semana de Julio para orar en la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática. Y allí mismo había 70 sacerdotes confesando muchas horas para que todos pudieran vivir en Gracia de Dios. Es un motivo grande optimismo para unos tiempos fáciles al desánimo religioso.
 
Son muchos los intelectuales que van descubriendo cada vez más la auténtica Verdad de la fe cristiana, el profundo mensaje espiritual del Evangelio, y están ya pensando en cristiano. Y que sólo las personas que desconocen la historia e ignoran la doctrina, o han sido deformadas por teorías absurdas y partidistas, abandonan la Iglesia Católica, y absurdamente tratan de demostrar que los 2.000 años que lleva haciendo el bien, aunque con equivocaciones, son historietas pasadas.
Los católicos debemos recuperar nuestro orgullo de pertenecer a la Iglesia que Cristo nos dejó, y que ha intentado a través de multitud de medios transmitirnos una Verdad y una Vida empapada de amor, libertad y gracia de Dios. Y todo eso hay que decirlo, hay que predicarlo, como manda el señor, desde las “azoteas”, o sea, en la calle, no escondiendo la luz debajo de la mesa, sino poniéndola sobre el candelero para que alumbre a todos.
Un saludo amigos, y felicidades por seguir siendo alegremente cristiano en nuestra Iglesia Católica.

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