El Doctor Angélico, poeta de la distinción Hombre-Mujer
Prisciliano Hernández Chávez
Ante la unidad y la distinción del hombre y de la mujer estudiadas hoy
por la Psicología Diferencial, ante el misterio del ser humano especificado
en la masculinidad y en la feminidad, Santo Tomás nos ofrece un poema
admirable por su sencillez y coherencia.
Santo Tomás de Aquino (1224-1274), Doctor de la Iglesia, de corta
vida y de vasta producción intelectual, imprimió unidad a las
ciencias filosóficas y marcó derroteros cimeros al pensamiento
teológico. Al conocimiento de Dios y de todas las realidades desde
Dios mismo, dedicaría su vida de sabio; a su servicio dedicaría su
vida de Santo. Genio equilibrado que escruta los misterios de la
naturaleza con la apacibilidad de quien contempla en ella los reflejos
de la omnipotencia creadora.
Metódico y de lenguaje cristalino, no apto para superficiales. Leal
con la verdad, Tomás es el arquitecto del pensamiento coherente y
sintético para mostrar la suma verdad en sí y en todas las
manifestaciones de sí en la armonía de su ser uno y trino y en su
expresión sinfónica del universo creado. Acercarse a la obra de
Santo Tomás es acercarse al templo de la verdad. De él diría Juan
XXII que se aprendería más y mejor dedicando un año al estudio de
sus obras que consagrando décadas al estudio de otros autores.
Sabía de memoria la Biblia y las Sentencias de Pedro Lombardo.
Escribió numerosas obras entre las que destacan la Suma Teológica,
la Suma Contra Gentiles, sus Comentarios a las Sagradas Escrituras, al
Padre Nuestro, al Credo, a las obras de Aristóteles, a Boecio, a las
Sentencias de Pedro Lombardo, al Pseudo-Dionisio; las Cuestiones
Disputadas y las Cuodlibetales; sus opúsculos, en los cuales
sobresale aquél “sobre el ser y la esencia” (de “ente et
esentia”) por ser una de las obras maestras del pensamiento humano y
la columna vertebral de todo el pensamiento tomista. Esto sin contar
su labor de palabra hablada como predicador, maestro y conferenciante.
Nunca habló de sí mismo. Ignoramos su experiencia contemplativa y
mística, aunque conocemos algunos anécdotas de su vida.
Según sus biógrafos su trabajo ha sido calculado de 16 a 18 horas
diarias. Tenía a su servicio de tres a cuatro amanuenses.
Por eso, en estos tiempos del predominio de lo sensible sobre lo
inteligible, de caos mental, político y social, nos es saludable
acudir al Maestro, galgo de la verdad, para integrar lo nuevo, -casi
siempre cuantitativo- sobre la visión densamente cualitativa de santo
Tomás.
Ante la unidad y la distinción del hombre y de la mujer estudiadas
hoy por la Psicología Diferencial, ante el misterio del ser humano
especificado en la masculinidad y en la feminidad, Santo Tomás nos
ofrece un poema admirable por su sencillez y coherencia; nos muestra
cómo la verdad sobre el hombre y la mujer se puede ofrecer como
cántico a la distinción sexuada –obra admirable del Creador- sobre
aquella anodina de simple género que abre las puertas al gramatical
neutro, que no genético. Transcribo estos poemas tomados de la Agenda
Bíblica de 1998 (22 al 24 de Julio):
HOMBRE-MUJER
El hombre es la más elevada de las creaturas,
La mujer el más sublime de los ideales.
El hombre es el cerebro,
La mujer el corazón;
El cerebro fabrica la luz,
El corazón, el amor;
La luz fecunda,
El Amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón,
La mujer es invencible por las lágrimas;
La razón convence,
Las lágrimas conmueven.
MUJER-HOMBRE
El hombre es capaz de todos los heroísmos,
La mujer, de todos los martirios;
El heroísmo ennoblece,
El martirio sublima.
El hombre es un templo,
La mujer es un santuario;
Ante el templo nos descubrimos,
Ante el santuario nos arrodillamos.
El hombre piensa,
La mujer sueña;
Pensar es tener una larva en el cráneo,
Soñar es tener una aureola en la frente.
HOMBRE-MUJER
El hombre es un océano,
La mujer, un lago;
El océano tiene la perla que adorna,
El lago, la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela,
La mujer, el ruiseñor que canta;
Volar es dominar el espacio,
Cantar es conquistar el alma.
En fin,
El hombre está donde termina la tierra,
La mujer donde comienza el cielo.