3. Carta abierta a Nieva
Miguel Rivilla San Martín
Sr.D.Francisco Nieva
Madrid
Distinguido señor académico, Don
Francisco Nieva: Lo de distinguido es porque realmente se distingue ud.
por la monomanía, al parecer incurable, que tiene y manifiesta, sin pudor
alguno en sus colaboraciones en LA RAZÓN, respecto a la religión católica,
cristianismo e Iglesia.
Es ésta la tercera o cuarta misiva que le
escribo, sin esconderme en el anonimato, y que dirijo al periódico al
ignorar las señas de su domicilio. No le oculto la honda pena que me
produce al leer sus deposiciones religiosas. Da la impresión que no sabe o
no tiene mayores conocimientos con que ilustrar a sus lectores, que el
arremeter, venga o no venga a cuento contra todo lo que se mueva y lleve
el marchamo de lo religioso.
Demuestra ud. un nulo respeto por las
creencias de sus lectores y les ofende gratuitamente. Parece mentira que
un hombre de cultura como ud. vuelva reiterativamente una y otra vez a
denigrar lo que demuestra desconocer totalmente.
Desprestigió ud. al
cardenal Rouco, a la catedral de la Almudena, al movimiento catecumenal ,
a Quico Argüello su fundador, al arquitecto Chueca Goitia, a la Iglesia
católica y su jerarquía etcétera. He escrito a diversos medios -en su
periódico no me las han publicado, por ahora- cartas, evidenciando su mala
uva, su ignorancia religiosa y su tendenciosidad y fijación sobre lo
mismo. Si ud. carece de fe, los demás le respetamos y no nos metemos con
ud... ¿por qué no obra ud. del mismo modo con los cristianos y católicos?.
Por cierto. cristiano y católico no es igual, aunque a ud. le
parezca. Item más los feligreses no se presiguen con la mano
derecha. ¡Qué incultura demuestra así como las chanzas y paridas que
escribe sobre los católicos!
Mire ud., señor Nieva, a juzgar por la
foto del periódico no es ud. un crío y quizá le resten pocos años de vida.
Le doy un desinteresado consejo: Lea algún libro serio sobre el
cristianismo y Cristo y si sabe alguna oración pida a Dios le ilumine y le
conceda la gracia de su conversión como a Saulo de Tarso. Con mis
respetos.
Miguel Rivilla San Martín
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