¿Sirve predicar el Evangelio?
Es duro predicar en el desierto. No en el desierto físico, con sol y dunas, sino en el desierto de la indiferencia, de la soberbia, de la autocomplacencia, de la avaricia, de las vidas lejos de Dios. Es duro predicar en el desierto... Pero el mensajero ha sido enviado para eso:
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