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El hombre masa

Crisis de autoridad.Va creciendo desde siglos y en todos los campos. La rebelión de Lutero derroca la paternidad humana en la Iglesia. La revolución francesa afirma que la autoridad política no tiene nada que ver con Dios. Freud dice que el padre de familia tampoco es reflejo de Dios.

En la medida en que se le corta a la autoridad paternal su carácter de reflejo divino, va perdiendo su orientación y entra cada vez más en crisis.

El Padre Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, observa: “La literatura actual suele hablar de la muerte del padre, del asesinato del padre. No se refiere al Padre Dios sino a los padres de las familias. Ello quiere decir: la posición del padre en la familia se está desmoronando. En América es común reírse de la figura del padre. Y con frecuencia se establece en los escritos sociológicos que la juventud moderna ha asesinado la paternidad.” (Conferencia para la Obra de Familias, 27.08.66)

Crisis de valores. El cristiano vive de nuevo en medio de otros que en gran parte no son cristianos. Esto le exige actitudes muy distintas. Ese desafío exige una nueva espiritualidad. Es una espiritualidad para el pueblo cristiano, para los laicos que viven en medio del mundo.

“¿De dónde viene el éxito del lado contrario? El hombre actual tiene una marcada y peculiar receptividad para los valores de segunda categoría.

Nosotros tenemos que tener cuidado de no caer en el charco. Los valores de primera categoría son Dios y lo divino… los valores de segunda, tercera y cuarta categoría son los valores terrenales, los sensitivos, los económicos, los comerciales.

Actualmente el hombre tiene mayor interés por estos valores que no son los de primera categoría.” (La educación en un cambio de época, 83. P. Kentenich, Chile, 1951)

El hombre masa. Según el Padre Kentenich, algo de lo más característico del hombre de hoy es su incapacidad de decisión.

Es por influencia de los grandes movimientos de masa, como por ejemplo el nazismo o el marxismo, donde los jerarcas deciden todo, piensan todo; y las masas sólo han de obedecer y realizar sus indicaciones.

Es lo típico del hombre masa que está contento cuando otros deciden por él. El Padre utiliza para ello la imagen del rebaño: “Sólo reacciona ante las órdenes que se le vociferan; como un autómata que sólo puede ser puesto en movimiento desde afuera…; una masa que se diluye en átomos que no tienen ni trabazón ni consistencia interna; un rebaño de animales salvajes que se entrega voluntariamente al cuchillo de sus domesticadores, después que se han puesto indolentemente a su disposición”. (Desafíos, 21)

Es una fuerte crítica al hombre de hoy: no es libre interiormente porque no sabe decidirse. Nació para obedecer y por eso deja sus decisiones en manos de otros. Se siente sin fuerza y sin energía. No se entusiasma por nada, todo lo deja frío. Su frase preferida es: “Qué le voy a hacer, yo soy así…”.”

El P. Kentenich señala: “La obediencia cristiana no se somete al hombre, sino a Dios a través del hombre. Por consiguiente, no forma al hombre masa, sino personalidades vigorosas, plenas de Dios, que son capaces de superar el egoísmo primitivo y cultivar en alto grado el amor desinteresado.” (P. Kentenich. Para un mundo del mañana, 130)

Pero no sólo el inicio, sino toda la historia de Schoenstatt ha estado bajo el imperativo de esta gran meta: libertad interior para decidirse y realizar lo decidido. De modo que el Fundador, 40 años después (1952) pudo decir: “La idea de la libertad verdadera nunca más nos ha abandonado. Se transformó en pregunta clave de nuestra espiritualidad”.

Preguntas para la reflexión

  1. ¿Veo en mí algo del hombre masa?
  2. ¿Cómo veo a la figura del padre hoy en día?
  3. ¿Cuáles son los valores de mi ambiente?

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