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La esperanza cristiana en una Venezuela oprimida

“La paz comienza con una sonrisa”, así nos indicó la madre Teresa de Calcuta en uno de sus grandes discursos como la gran promotora de la paz en un mundo donde reinaba la división y la discordia.

Es imposible ser desesperanzados y estar desanimados cuando somos fieles creyentes de la paz y de las enseñanzas de Cristo. Es una paradoja bastante importante que día a día debemos analizar en nuestro examen de conciencia nocturno.

Creer en la no violencia es similar a cuando estamos frente al espejo para asearnos y por un instante, al ver la mirada penetrante de nuestros ojos, analizar ¿Qué no está bien en mí? ¿Cómo puedo transformar mi vida para ser promotor de paz?

Dentro de este contexto, como fieles creyentes de la paz y, en especial, mencionando casos tan especiales como el de Venezuela, cuya represión al pueblo es inhumana y donde los derechos humanos son violados, vendiendo al pueblo al igual que Cristo solo por algunas monedas de plata, no debemos dejarnos llevar por la desesperanza, ya que mientras haya fe existirá la posibilidad de la paz y no de la violencia. Cuando las cosas van mal, cuando todo parece derrumbarse, cuando un país no avanza, es allí donde los guerreros de Cristo, los recios de espíritu empiezan a activarse. No es necesario tener grandes músculos o capacidades físicas, solo hace falta dejar que Dios convierta ese corazón de Piedra y lo haga un corazón de carne.

Cuando la noche esta más oscura, siempre hay una luz que viene a iluminarnos. Ya es imposible callar la voz de la justicia en países como Venezuela. La no violencia y la paz exigen de todos responsabilidad, no obstante, cuando la represión viene de una autoridad mayor, esto se convierte en un totalitarismo opresor que no respeta el derecho de la vida y del progreso. Hermanos, es hora de actuar bajo la mirada de Cristo. La responsabilidad es de todos aquellos que dicen y sienten ser venezolanos, es ser el cambio que quiero ver en el mundo.

Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana durante la  CVII Asamblea Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) afirmó:  En la historia del país ningún gobierno había hecho sufrir tanto, por acción y omisión, al pueblo como el que ahora administra formalmente las funciones. El desabastecimiento dramático de alimentos y medicinas es la negación palpable de una economía sana. La inseguridad y la violencia incontrolada es la negación de la capacidad de gobernar con justicia y orden. La corrupción y la injusticia sistemática imperantes son la antítesis de la honestidad y la verdad. El control absoluto de las finanzas, del derecho a la libre expresión y la persecución contra la disidencia son la negación de la confianza, la libertad y el diálogo. Cabe preguntarnos entonces: ¿Qué hacer en medio de tantas dificultades y adversidades?

Con orgullo me permito parafrasear a Santa Teresa de Calcuta en el discurso dado durante el recibimiento del premio nobel de la Paz: Hay tanto sufrimiento, tanto odio, tanta miseria, y nosotros podemos empezar en casa con nuestra oración, con nuestro sacrificio, que implica acción. El amor y la esperanza comienza en la semilla del hogar, y no es tanto cuánto hacemos, sino cuánto amor ponemos en las cosas que hacemos. Es a Dios Todopoderoso, no importa lo mucho que se haga, porque Él es infinito, sino cuánto amor ponemos en esa acción. Cuánto hacemos por Él en la persona a la que estamos sirviendo.

Hermanos de todo el mundo, oren por Venezuela. Venezolanos, no pierdan la esperanza, el Señor Jesús nos da la paz en estos momentos de adversidad y es necesario salir adelante con la fuerza del Espíritu, para poder con la fortaleza que solo la da Dios, vencer el mal a fuerza de bien. PAZ Y BIEN PARA TODOS.

Por Angelo De Simone