No
es posible entender la guerra de Estados Unidos si no se conocen los
vínculos del dueto Bush-Cheney en el colosal imperio del petróleo y
del narcotráfico internacional, como tampoco se entendería sin la
perspectiva del designio sionista.
Narcodólares
para las campañas
En
junio del 2000, James Langdon, procurador en Washington de la compañía
petrolera rusa Tyumen relacionada con el contrabando de heroína y
beneficiaria de los créditos estadounidenses que sirvieron para pagar
contratos a la empresa Brown and Root, realizó una recaudación de 2.2
millones de dólares a favor del candidato presidencial George W. Bush.
En
realidad era inversión que venía de regreso. Un informe del Center for
Public Integrity (CPI), de agosto del 2000, revela cuán decisiva fue la
intervención de la transnacional de excavación y tecnología petrolera
Halliburton, matriz de Brown and Root, bajo la presidencia de Dick
Cheney entre 1995 y el 2000.
Brown
and Root, dedicada a la construcción de pozos petroleros, puertos,
gaseoductos, carreteras, centrales nucleares, plataformas y estructuras
relacionadas con la guerra, es la filial más poderosa de Halliburton,
donde Cheney es el socio privado mayoritario con 45.5 millones de
dólares. Durante la gestión de Cheney, los donativos de Halliburton
para las campañas de candidatos republicanos se duplicó en varios
millones de dólares.
El
informe del CPI dio a conocer que el Export-Import Bank (EXIM) y la
Overseas Private Investment Corporation (OPIC), instituciones que,
según el investigador Ralph McGehee, están fuertemente infiltradas por
la CIA, extendieron a The Alfa Group of Companies créditos que
incluían 292 millones de dólares para pagar a Brown and Root contratos
por la restauración de yacimientos petroleros pertenecientes a la
Russian Tyumen Oil Company. Los más altos ejecutivos del Alfa Group,
Mikhail Fridman y Pyotr Aven, estaban implicados en el tráfico de
drogas desde el sureste asiático hacia Europa vía Rusia. Fueron los
mismos Fridman y Aven quienes solicitaron a EXIM y OPIC los créditos
que se lograron gracias al cabildeo de Halliburton.
Después
de ilustrar cómo el Alfa Group se adueñó de los yacimientos
petroleros mediante fraude, la historia del CPI, basada en informes del
FSB (equivalente ruso del FBI), compañías petroleras como BP-Amoco, ex
agentes de la CIA y de la KGB establecieron un sólido vínculo entre
Alfa-Tyumen y la transportación internacional de heroína. Para lavar
el dinero, los funcionarios del Alfa Bank recibían transferencias
provenientes de la cocaína colombiana y luego compraban acciones de
diversas compañías rusas.
Las
rutas de la droga
El
mismo esquema operó bajo Nixon, en los años setenta, con la droga
proveniente del sureste asiático. La recomposición geoestratégica en
Vietnam facilitó que la heroína pudiera ir directo de Haiphong a
Europa con mediación de los carteles rusos asentados en Chechenia y
Azerbajan. En toda esa zona operó Brown and Root.
Por
ello, cuando la caída del Muro facilitó la asociación entre las
mafias financieras de Washington y Moscú, abriendo la posibilidad de
eliminar los obstáculos en los Balcanes y en las ex repúblicas
soviéticas, el presidente Bush envió a Richard Armitage para ver cómo
asistir e la Unión Soviética en su "desarrollo económico".
La dificultad para una ruta más directa de la droga entre Afganistán y
Pakistán hacia Europa a través de Turquía y de allí a los Balcanes,
era el cohesivo gobierno en Yugoslavia, el cual controlaba el 70% del
tráfico de la heroína. Esto obligaba a tener que rodear China y pactar
con la India, para poder transportar la heroína proveniente del
Triángulo Dorado (Birmania, Laos y Tailandia).
¿Cómo
solucionaron Cheney y Bush padre este inconveniente? Siendo Secretario
de Defensa y encargado de la operación Tormenta del Desierto, Cheney
también apoyó operaciones encubiertas con rebeldes kurdos en el norte
de Irán. La principal fuente de ingreso de los kurdos era el
contrabando de heroína afgana y pakistaní a través de Irán, Iraq y
Turquía. En marzo de 1991, Sadam Hussein obligó a miles de kurdos a
huir a la frontera de Turquía y de allí las fuerzas de seguridad
turcas, entrenadas en gran parte por Vinnell Corporation (socia de Brown
and Root que constituye una de las tres principales compañías privadas
en entrenamiento internacional de mercenarios junto con MPRI y Dyn
Corp), condujeron a miles de kurdos a una muerte segura. Esa frontera
constituía el principal paso de la heroína con destino a Europa.
El
segundo paso fue la intervención militar en los Balcanes donde,
nuevamente, la Brown and Root se benefició con millones de dólares
brindando apoyo logístico a las tropas americanas. Las actividades de
Brown and Root continuaron en Kosovo, Macedonia y Bosnia. Las
operaciones encubiertas eran financiadas con las ganancias de la droga
proveniente de la Golden Crescent. La heroína sirvió para financiar y
equipar tanto al Ejército Musulmán Bosnio como al Ejército de
Liberación de Kosovo. Incluso se sabe que mercenarios mujaidines
lucharon en las filas de los terroristas del KLA en sus asaltos a
Macedonia.
En
su libro The Bush-Cheney Drug Empire, el investigador Michael Ruppert ha
ilustrado cómo el grupo Bush, con apoyo de la CIA y de Brown and Root,
paulatinamente ha logrado controlar y establecer un enlace entre las
regiones donde se produce la droga y las regiones donde se vende la
droga. También ha denunciado que "en cualquier lugar del mundo
donde hay petróleo, allí está Brown and Root, y en cualquier lugar
del mundo donde hay insurrección, allí también está Brown and
Root".
La
guerra actual
El
grupo Bush tiene especial interés en derrocar al régimen talibán.
Sólo así podrá llevar a cabo la construcción del oleoducto y del
gaseoducto que habrán de llevar los energéticos desde Turkmenistán
hasta Pakistán y el Mar Arábigo pasando por Afganistán. Los
yacimientos son considerados de los más grandes del mundo, con cerca de
300 billones de pies cúbicos de gas, 80 mil millones de barriles de
petróleo y 73 millones de toneladas de carbón. Estados Unidos calculó
la obra de los gaseoductos en dos mil millones de dólares, pero el
gobierno afgano licitó internacionalmente el proyecto y lo ganó la
"Empresa Estatal de Petróleo y Gas de Argentina", que estimó
los trabajos en mil 400 millones de dólares. A esto siguieron las
amenazas y finalmente las bombas.
Otro
factor que precipitó la guerra de Bush fue la inaplazable necesidad de
reactivar la recesiva economía norteamericana. Su déficit en cuenta
corriente, estimado en 600 billones de dólares, se había vuelto
insostenible y los capitales extranjeros empezaban a sacar sus
inversiones de Nueva York. Según Fred Bersgein, del Instituto
Internacional de Finanzas, para evitar la inminente devaluación del
dólar, los Estados Unidos requerían de una urgente sangría de 20
millones de dólares al día, y eso sólo se logra con una guerra.
La
asociación Bin Laden-Bush
Los
negocios entre los Bush y los Bin Laden datan de 1976, cuando el padre
de Osama compró el 5% de las acciones de la empresa Arbusto Energy,
empresa petrolera de la familia Bush. Dos años después, James Bath,
agente de la CIA, consiguió para George Bush inversiones por parte de
Salem Bin Laden y Khalid Bin Mahfouz.
En
1979, como director de la CIA, Bush lanzó la más grande operación
encubierta en la historia de los Estados Unidos. A través de los Inter
Servicios de Inteligencia (ISI) pakistaní, el gobierno norteamericano
apoyó a Bin Laden con el objetivo de que la jihad se convirtiera en una
guerra global de los estados musulmanes contra la Unión Soviética. El
dinero se obtuvo con el comercio de la droga de la Golden Crescent. En
su libro "La complicidad de la CIA en el comercio de las
drogas" Alfred McCoy revela que en los años de la operación de la
CIA "las tierras fronterizas entre Afganistán y Pakistán se
volvieron el productor número uno de opio en el mundo, proveyendo el
60% de la demanda estadounidense".
Cabe
mencionar que también a través de la ISI, la CIA adiestró a los
principales líderes rebeldes chechenos en campamentos de entrenamiento
acondicionados en Afganistán y Pakistán. La guerra chechena se planeó
durante una cumbre secreta del Hizbullah Internacional que se llevó a
cabo en Mogadiscio, en 1996. A esta reunión asistieron Osama Bin Laden
y altos oficiales de la inteligencia iraní y paquistaní. El principal
oleoducto ruso pasa por Chechenia y Daguestán, y los beneficiados de la
guerra chechena fueron los conglomerados petroleros anglosajones que
luchan por el control de los hidrocarburos que salen de la cuenca del
Mar Caspio.
El
adinerado clan saudita de los Bin Laden es uno de los grupos
inversionistas en el Carlyle Group, el banco que Washington usa para la
adquisición de compañías aerospaciales y de defensa. El Carlyle
Group, que también administra las inversiones de los Bin Laden, tiene
como representantes internacionales a George Bush padre y al ex primer
ministro británico John Major. "Si hay alguna compañía conectada
con Estados Unidos y su presencia en Arabia Saudita, es el Bin Laden
Group" afirma Charles Freeman, director general del Consejo de
Política de Medio Oriente.
La
familia Bin Laden invirtió 2 millones de dólares, en 1995, por medio
de una firma de inversión de Londres en el Carlyle Partners II Fund, el
cual recaudó un total de mil 300 millones de dólares. Por retorno de
inversión, los Bin Laden han obtenido hasta ahora un millón 300 mil
dólares, faltándole todavía un 40% anualizado. Bush padre sostuvo una
reunión de trabajo con la familia Bin Laden en noviembre de 1998, y una
segunda reunión en enero del 2000. Baker visitó a la familia Bin Laden
en 1998 y en 1999. En la segunda oportunidad, viajó en el avión
privado de la familia Bin Laden.
Quien
heredó los negocios texanos con los Bush fue Salem Bin Laden, mayor de
los hermanos, quien murió en 1988, en San Antonio, Texas, en un
inexplicable accidente aéreo aparentemente relacionado con el
escándalo Irán-Contra.
Los
negocios comunes no eran sólo económicos. En 1980, los republicanos
habían sostenido una reunión secreta, en París, con los líderes
jomeinistas, para negociar el retraso de la liberación de los 52
rehenes norteamericanos en Teherán y así perjudicar a Jimmy Cárter en
las elecciones. George Bush padre llegó a esa reunión a bordo del
avión privado de Salem Bin Laden, el mismo avión en el que Salem
moriría.
Otro
de los protagonistas del encuentro secreto de París, Amiram Nir, agente
del Mossad (servicios de inteligencia israelíes), también murió en un
atentado aéreo, sobre Michoacán, en noviembre de 1988. Tenía que
declarar en el proceso Irán-Contra pero su avión fue derribado sobre
territorio mexicano con mísiles de un helicóptero perteneciente a Gene
Tatum, agente encubierto de la CIA.
En
el escándalo Irán-Contra, Dick Cheney encubrió la intromisión de la
CIA para derribar a los sandinistas en Nicaragua y enviar armas a Irán
con las ganancias de cocaína colombiana que la misma CIA vendía por
las calles de los Estados Unidos a través de las mafias.
En
este caso fueron procesados altos funcionarios del Departamento de
Estado y de la Defensa: Eliot Abrams, subsecretario de Estado para
América, Oliver North, John Pointdexter, el secretario Caspar
Weinenberger y el asesor Robert McFarlane, entre otros. El director de
la CIA, William Casey, murió días antes del interrogatorio.
Con
todo y las condenas, apenas un año después de la sentencia, Bush padre
concedió a los ex funcionarios el indulto presidencial.
Especuladores
financieros sabían de los atentados
Seis
días antes de que fueran atacados el World Trade Center y el
Pentágono, se llevaron a cabo movimientos financieros que constituyen
un uso delictivo de información restringida. Las acciones de la United
Airlines se desplomaron 42%, y las de American Airlines sufrieron una
caída del 39%.
Operaciones
semejantes se registraron con las opciones de venta de Morgan Stanley
Dean Witter & Co., que se multiplicaron por doce durante la semana
previa a los atentados. Igualmente sucedió con las opciones de venta de
las acciones de Merrill Lynch & Co., que se multiplicaron por 25, y
con las acciones de las compañías de seguros Munich Re, Swiss Re y
Axa. Quienes realizaron estos movimientos lograron ganancias de
centenares de millones de dólares. La Organización Internacional de
Comisiones de Valores (IOSCO) informó el 15 de octubre del 2001 que, de
acuerdo a sus investigaciones, esos rendimientos representan "el
más importante delito por aprovechamiento ilícito de información
privilegiada jamás cometido".
La
IOSCO determinó que la mayor parte de esas transacciones fueron a dar
al Deutsche Bank y a su sucursal estadounidense de inversiones Alex
Brown, mediante el procedimiento de portage, el cual asegura el
anonimato de quienes realizan las transacciones.
La
Alex Brown fue dirigida por A. B. Krongard, ex capitán de los Marines
que hoy ocupa el puesto numero tres de la CIA.
Teniendo
en cuenta que fue una orden del presidente Bush rastrear las maniobras
bursátiles como una medida para llegar hasta los criminales, era de
suponer que la Alex Brown iba a colaborar sin reticencia alguna. Pero no
fue así. La matriz Deutsche Bank y las otras instituciones implicadas
invocaron el derecho al anonimato y las investigaciones quedaron
bloqueadas.
A
juicio de Thierry Meyssan, esto se debe a que muy probablemente George
Bush padre es uno de los principales beneficiarios de los atentados. El
hecho es que el FBI pidió a sus agentes abandonar las investigaciones
sobre los movimientos financieros.
La
conexión mexicana
El
millonario saudita Khalid Bin Mahfouz fue procesado en el caso del Bank
of Credit and Commerce International (BCCI). El banco, fundado en 1972
por el pakistaní Agha Hasan Abedi, se había convertido en el banco
preferido de la CIA, de los cárteles mundiales de la droga, de
traficantes de armas y de organizaciones terroristas.
Desde
inicios de los ochentas, los agentes bancarios del BCCI hicieron
sociedad con las cúpulas políticas del gobierno estadounidense. Entre
otras cosas, el banco manejó millones de dólares en armas para apoyar
al terrorista palestino Abu Nidal. También recicló transacciones del
general panameño Manuel Noriega y lavó dinero del tráfico de heroína
afgana y de cocaína del Cártel de Cali. Con ello, la CIA pudo
financiar a la Contra nicaragüense y a los mujaidines antisoviéticos
sin pasar por el control del Congreso.
Khalid
Bin Mahfouz, cuya fortuna asciende a 2,800 millones de dólares, tuvo
como referente en el mundo financiero estadounidense a Jack Stephens,
miembro del "Club de los 100" que contribuyeron a la elección
de Bush padre con 100,000 dólares cada uno. Su padre fue fundador del
banco saudita National Comercial Bank, el cual creó diversas empresas
en sociedad con la Sico, institución suiza perteneciente al Bin Laden
Group.
Según
las denuncias presentadas ante la Corte de Nueva York, a finales de los
ochenta encontramos a Khalid Bin Mahfouz en el sureste mexicano,
ayudando a Cabal Peniche a financiar la compra de diversas empresas
bananeras que sirvieron al grupo Salinas para transportar cocaína
colombiana hacia los Estados Unidos. Transferencias irregulares se
hicieron a favor de Green Pacific, Platanera San Carlos, Fundación
Unión Caribe, Promo-Sea y Hill Petroleum Company, entre otras.
A
juicio del fiscal suizo Paul Perraudin, varias de las transacciones
bancarias de Cabal Peniche encubrían relaciones de los Salinas y del
narcotraficante Juan García Ábrego, y se cabalizaban a la Fundación
Unión Caribe y a otras offshore, vía el Citibank de Nueva York.
En
1991, el fiscal Robert Morghenthau investigó a Carlos Cabal Peniche
acusado de fraude civil en los Estados Unidos por un monto de 74
millones de dólares en perjuicio de la Eastbrook Investments, el banco
de inversión del BCCI, a través de un esquema en que aparecía como
fuente financiadora la Eastbrook Inc., fraude en el que también estuvo
implicado Federico De la Madrid Cordero, hijo del ex presidente Miguel
De la Madrid.
El
juez condenó a Khalid Bin Mahfouz por el colosal fraude del BCCI, pero
pudo librar la cárcel gracias a una fianza de 225 millones de dólares,
históricamente la más grande que ha existido. Quien realizó esa
maniobra legal fue Stephen Kaufman, abogado que también representa a
Carlos Cabal Peniche.
La
policía suiza documentó e interrogó a varios testigos que revelaron
cómo la campaña de Carlos Salinas de Gortari para llegar a la
Presidencia recibió financiamiento por al menos 17.9 millones de
dólares de los narcotraficantes.
George
Bush padre inició la relación de su familia con políticos y
empresarios mexicanos en la década de los sesenta, cuando su compañía
petrolera Zapata Offshore Oil Company se asoció con una compañía
petrolera de la región fronteriza, llamada Perforaciones Marinas del
Golfo (Permargo), perteneciente a Jorge Díaz Serrano.
En
1988, el periódico financiero Barron's reportó que los dos Jorges,
Bush y Díaz Serrano, usaron prestanombres para ocultarle al gobierno
mexicano la inversión de Bush en Permargo, para así evitar las leyes
mexicanas de participación extranjera. Borron's también acusó a la
Securities and Echange Commission de destruir documentos relacionados
con ese negocio una vez que Bush llegó a la Vicepresidencia de los
Estados Unidos, en 1981. Fue en esa época cuando Bush padre conoció
también a Raúl Salinas Lozano, padre de los Salinas.
Según
logró determinar la investigadora Julie Reynolds, el enlace texano
entre los Salinas y los Bush eran Ernesto Ancira Jr., copresidente del
Consejo "Adelante con Bush", miembro del Consejo de
Administración del fraccionamiento Dominion; Alonso Ancira Elisondo,
director de Altos Hornos de México, acusado de fraude con las empresas
Fertimex y Carbón II; Gary Jacobs, presidente del Laredo National Bank,
propiedad de los Hank, multado por haber violado leyes financieras de
campaña; Roy Barrera Jr., líder del Partido Republicano en San Antonio
y abogado, con su padre, de los principales criminales de los cárteles
mexicanos; Rogelio Montemayor, acusado de haber invertido ilegalmente en
una compañía de fertilizantes de Ancira; Guillermo Ávila, encargado
de lavar dinero para el Cártel de Juárez; Juan Chapa Garza,
colaborador en el lavado de dinero de la cocaína de los cárteles de
Juárez y del Golfo; Manuel Pacheco, implicado en lavado de dinero; Gus
García, investigado por tráfico de cocaína y lavado de dinero,
operador de la franquicia francesa Brita y dueño de alrededor de cien
millones de dólares en bienes raíces, en San Antonio, junto con su
socio Anuar Name, empresario libanés-mexicano que ayudó a financiar la
campaña de Carlos Salinas; Adnan Kasshoghi, egipcio, traficante
internacional de armas involucrado en el escándalo Irán-Contra, amigo
de Raúl Salinas, de Bin Laden padre, del finado Hank González y del ex
jefe de la CIA, William Casey; Joseph Audi, del Lebanese Bank Audi,
institución involucrada en tráfico de armas y lavado de dinero con
sucursales en Beirut, París, Luxemburgo, Nueva York y Ginebra (de donde
salió el pago de 599,985 dólares a la cuenta de Manuel Muñoz Rocha
para llevar a cabo el homicidio de José Francisco Ruiz Massieu);
Enrique Fuentes León, abogado del Cártel de Juárez y preso por el
caso de Nelly Campobello y, finalmente, Patricia Herrera, a quien
Roberto Madrazo, Diódoro Carrasco y Rubén Figueroa asignaron
presupuesto nombrándola en Houston directora de una Casa de
Representación para los negocios de Tabasco, Oaxaca y Guerrero.
La
protección del grupo Salinas a Enrique Fuentes León quedó documentada
en dos expedientes judiciales radicados en la Corte Federal de San
Antonio, Texas, bajo los números SA94-CR516M y SA94-CR377, en los
cuales se detalla lo ocurrido cuando arrestaron al fugitivo Fuentes
León, en San Antonio, el 19 de octubre de 1994, quedando al descubierto
que éste se encontraba acompañado del prófugo más buscado de
México, Manuel Muñoz Rocha, colaborador de Raúl Salinas en la
planeación del homicidio de José Francisco Ruiz Massieu.
El
cónsul general de San Antonio, Humberto Hernández Haddad, avisó al
canciller Gurría y al procurador Lozano Gracia que el diputado Muñoz
Rocha estaba vivo, y que los agentes del Departamento de Justicia lo
tenían sitiado en el hotel Sheraton Fiesta en espera de que México
enviara la orden de aprehensión. En su lugar, el cónsul recibió
amenazas de muerte y la indicación de no meterse en el asunto. La
policía estadounidense entendió que la falta de respuesta por parte de
México era ya la respuesta.
En
1996, Jorge Castañeda Gutman telefoneó al ex cónsul para decirle que
Carlos Salomón Cámara, vocero de prensa de Ernesto Zedillo, le había
asegurado que la orden al más alto nivel había sido la de matarlo.
Es
interesante constatar que a la vuelta del tiempo, muchos de los que
formaron parte del "Espíritu de Houston" o hicieron de puente
entre las familias Bush y Salinas, están hoy día presos,
desaparecidos, o bajo proceso por narcotráfico, lavado de dinero,
asesinato, desvío de recursos públicos y asociación delictuosa.
Una
inaceptable ironía
Desde
la guerra fría hasta hoy, Washington ha apoyado a Osama Bin Laden y
ahora George Bush pone a su socio en la "lista de los más
buscados".
Mientras
Bush culpa a la jihad islámica por los atentados y la califica de
"amenaza contra los Estados Unidos", esas mismas
organizaciones constituyen un elemento central de las operaciones de
inteligencia y militares estadounidenses en el sureste asiático, en los
Balcanes y en las repúblicas de la ex Unión Soviética, incluso
repitiendo la estrategia de permitir que el enemigo ataque para
justificar una intervención injusta.
En
este sentido, el atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono
vendría a ser el tercer gran crimen del gobierno estadounidense contra
el pueblo norteamericano, después del auto-hundimiento del Maine y del
provocado bombardeo en Pearl Harbor.
Es
sencillo. Se crea indignación, se insiste en la naturaleza perversa del
enemigo escogido, se arrastra al pueblo paranoico a la guerra, y se
justifica cualquier acción en nombre del bien supremo. ¿Porque
habrían de cambiar la estrategia si les ha funcionado siempre?
Desde
1995 existen denuncias en el sentido de que la Federal Emergency
Management Agency (FEMA) acondicionaba campos de concentración y
perfilaba leyes contra las garantías individuales, previendo que muchos
norteamericanos protestarían contra su gobierno por la injustificada
guerra global que provocaría. Es decir que algunos preparaban desde
hace años lo que se presentó a la opinión pública como espontáneo.
Por
otro lado, no hay que perder de vista que este, igual que los otros
conflictos regionales provocados, es un paso previo para lograr lo que
George Bush padre reveló en la guerra del Golfo: un Nuevo Orden Mundial
bajo un Gobierno Mundial. Este es el propósito largamente acariciado y
programadamente ejecutado por las escuelas de pensamiento y por los
grupos ocultos de poder a los que pertenecen los Bush y sus cómplices
en el gobierno: la Gran Logia de los Iluminados, su cara visible el
Council on Foreign Relations (CFR) y la Orden secreta Skull and Bones,
entre otras.
En
1880, el fundador del Supremo Rito de la Francmasonería, Albert Pike,
declaró que "una gran conflagración final, amplificada por la
crisis entre el Islam y el Judaísmo, será necesaria para establecer
definitivamente el Nuevo Orden Mundial".
En
este sentido, podrían tener razón quienes, además del motivo del
dólar, la droga y el petróleo, denuncian que en los atentados del 11
de septiembre tuvo que ver el Mossad. Bajo la perspectiva religiosa, el
gobierno de los Estados Unidos sería rehén del sionismo radical, cuyo
objetivo último es expulsar de Jerusalén a los palestinos para poder
construir allí el tercer Templo judío, símbolo mesiánico de su
mundial dominio. Pocos saben que los enfrentamientos entre judíos y
palestinos reiniciaron a raíz de que, el 28 de julio del 2001, grupos
fundamentalistas colocaron la primera piedra del tercer Templo judío,
con la provocadora presencia de Ariel Sharon en la explanada de las
mezquitas.
Es
de capital importancia buscar la verdad con todos los medios a nuestro
alcance, y luego poder vencer el terrorismo y el odio con el espíritu y
las ideas. De no ser así, la administración Bush, con el apoyo de sus
aliados en la OTAN, nos embarcará a toda la humanidad en una guerra
cuyo beneficio final, para unos cuantos grupos y familias criminales,
será el control de las drogas, del petróleo y de un dólar rescatado a
costa de miles de vidas humanas.
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