Sabía la sabia joven porque llevaba atesorada en su mocedad más experiencia que edad.
Sorprende escuchar a una joven tenista como Justine Henin, que con apenas 23 años ha conseguido ser el codiciado puesto nº 1 a escala mundial. En una reciente entrevista declara considerarse una persona sencilla y concluye: “Al final, no recuerdas las cosas que poseíste, sino a quienes estuvieron a tu lado”.
Su sensatez y modestia impresionan en boca de una deportista exitosa. Su madurez quizá procede de una vida que no ha sido un camino de rosas. Comenta: “Es cierto que el gran drama de mi vida fue la pérdida de mi madre. Me dejó un halo de tristeza. Pero, al tiempo, me obligó a forjarme un carácter. Me propuse que no debía seguir viviendo en el pasado. Hay circunstancias que no pueden cambiarse. Pero, si miro hacia adelante, me siento rodeada de buenas personas y soy feliz”.
Su cordura y perspicacia despuntan en el diálogo: “Hay unos principios de los que intento no desviarme. Pretendo que quien esté a mi lado se sienta bien. Aunque comprendo que mi verdadera vida comenzará cuando deje el tenis, dentro de unos cinco años. Entonces será el momento de pensar en tener hijos”. Entre las reglas cita: “Me tengo por leal. Pienso que la generosidad forma parte de mi vida. No tengo inconveniente en mostrarme tal como soy. Prefiero hacer un regalo que recibirlo. Es un poco mi principio de vida: lo importante es dar, sin esperar necesariamente nada a cambio”.
Es una delicia a lo que invita: “La felicidad está en lo cotidiano, en las pequeñas cosas, en estar rodeada de aquéllos a quienes amo, en ir a un picnic… Hay que construir cada día tu felicidad. Intento aprovechar cada momento al máximo. Tuve grandes alegrías con el tenis, evidentemente, pero para mí es más importante sentir que hay personas que me aman y que yo también las amo”.
Lo mejor es su fórmula de preferir antes personas que cosas: “No recuerdas las cosas, sino a quienes tuviste a tu lado”. Justine acumula razón de corazón y acrecienta el mejor tesoro, que no es el dinero sino el encuentro con los amigos y el amor de los seres queridos.