Los criterios para el voto de los católicos: los principios innegociables.
Entre el 24 y el 28 de abril se desarrolló la 81ª Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano. En la inauguración de la misma su presidente Mons. José Guadalupe Martín Rábago, Obispo de León, se refirió al momento previo a las elecciones que vive el país e instó a sus pares con singular claridad a orientar a los fieles a la hora de votar.
"La cercanía del Proceso Electoral del 2 de Julio es un acontecimiento que nos concierne e interpela a todos como ciudadanos", dijo Mons. Rábago. "Los obispos no podemos permanecer indiferentes o asumir una pasiva neutralidad que nos haría responsables de no haber actuado proféticamente en el campo que nos corresponde, como Pastores de la comunidad".
Seguidamente recordó el comunicado de la CEM del 25-03-03: "Ningún partido representa a la Iglesia y los católicos pueden militar o dar su voto al partido o candidato que mejor responda a sus convicciones personales, con tal que sean compatibles con la ley moral natural y que sirvan sinceramente al bien común de la sociedad. Nuestra misión, en cambio, ha de ser la de orientar con los principios éticos de la Doctrina Social Cristiana sobre los derechos y deberes políticos de los fieles laicos, ayudando a formar una conciencia social".
Luego Mons. Rábago se extendió en el deber de fortalecer la participación ciudadana y de combatir la indolencia y el desinterés, ya que los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación política destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común. (Vid. Christi Fideles Laici, 42).
Citando a los obispos de Estados Unidos de América ante el proceso electoral de su nación en septiembre de 2003, Mons Rábago dijo: "Nosotros, como pastores, no tenemos como objetivo ganar elecciones sino ayudar a construir la comunidad; para eso necesitamos ayudar, enseñar, persuadir, predicar, y cuando se requiera, desafiar y pedir cuentas".
Los criterios para el voto: los principios innegociables.
A continuación reproducimos el apartado de la homilía, titulado Política y responsabilidad ética:
"Quienes tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o subestimar la dimensión moral de la representación, que consiste en el compromiso de compartir el destino del pueblo y en buscar solución a los problemas sociales" (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 410). Estamos conscientes que es posible superar la falsa idea difundida en algunos sectores sociales, convencidos de que no se debe meter la dimensión ética en la política porque esto no es redituable. Sin embargo, "una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia" (Juan Pablo II, Enc. Veritatis splendor, 06-08-93, n. 101 y Enc. Centesimus annus, 01-05-91, n. 46. ). La moral es indispensable en el actuar político, sin confundirla con el moralismo. Sólo quien cree en valores que definen la dignidad de la persona puede responder con verdad a preguntas fundamentales: ¿Qué clase de hombre se pretende construir con el proyecto político que se propone? ¿Se está proponiendo acaso un modelo de vida digno de ser vivido y rico en humanismo integral?.
Muchas de las ofertas que hacen los diferentes partidos contienen elementos contingentes; sin embargo, en la conformación de los proyectos partidistas, los actores políticos deben estar concientes que hay "PRINCIPIOS QUE NO SON NEGOCIABLES" (S. S. Benedicto XVI) es decir, que se fundan en exigencias morales de validez absoluta. El Papa señala concretamente tres principios.
-Protección de la vida en todas sus fases, desde el primer momento de su concepción, hasta su muerte natural.
-Reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer, basada en el matrimonio y su defensa ante los intentos de hacer que sea jurídicamente equivalente a formas radicalmente diferentes de unión que en realidad la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su papel social insustituible.
-La protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.
Sería indebido apelar a la laicidad del Estado y al pluralismo religioso para cuestionar la legitimidad de estos principios que, como el mismo Papa señala: "no son verdades de fe, sino que están inscritos en la naturaleza humana y por tanto son comunes a toda la humanidad. No son de carácter confesional; su olvido o descuido implica una ofensa a la verdad de la persona humana y una grave herida a la justicia misma" (S.S. Benedicto XVI, 29 Marzo 2006, Discurso a los Participantes en el Congreso promovido por el Partido Popular Europeo).
Confiamos que los esfuerzos que hemos realizado y los que habremos de realizar, sean apreciados como contribuciones que sólo pretenden fortalecer la madurez democrática de nuestra nación. Nuestra acción no es partidista y hemos manifestado que estamos abiertos al diálogo con los candidatos y líderes políticos, buscando conocer sus proyectos, expresando también nuestras expectativas e inquietudes. Queremos establecer intercambios en un ambiente de claridad y cortesía. Estamos convencidos que la Iglesia está llamada a participar, pero no a ser usada". (…)
"Queremos ser heraldos de la esperanza", concluyó Mons. Rábago, "que se apoya en las promesas de Dios y en la fidelidad a su palabra que tiene como certeza inquebrantable la Resurrección de Cristo y su victoria definitiva sobre el pecado y la muerte". FIN, 04-05-06
Fuente: página web de la CEM