¿Quién es Emmanuel Mounier y porqué hablar hoy de un personaje nació hace más de cien años?
“… nadie posee sino lo que da, o aquello a lo que se da… nadie alcanza su salvación totalmente solo, ni social ni espiritualmente.” (E. Mounier)
Sin duda muy pocos y muy poco se conoce de este gran hombre que fue un testimonio, no sólo como filósofo, sino también como creyente e inspirador de muchas personas, instituciones y movimientos. Su actitud de diálogo, incluso con los no creyentes y con quienes mantenían posiciones muy diversas al cristianismo, influyó sin duda en el espíritu de apertura y diálogo del Concilio Vaticano II.
Pensadores de diversas partes del mundo continuaron una línea muy clara trazada por él, llamada el Personalismo Comunitario. Sin embargo, no debe entenderse éste como sinónimo de egoísmo, como comúnmente se concibe este término; todo lo contrario, cuando se habla de personalismo –como veremos después– se refiere a poner en el centro de todas las instituciones y relaciones humanas, a la persona integralmente considerada: cuerpo y alma, acción y reflexión, comunicación e interioridad.
Pensadores como Karol Wojtyla fueron inspirados por su doctrina, pero también por su ejemplo de acogida y comprensión, así como por su intrepidez y osadía con que vivió su cristianismo.
Mounier nació en 1905, en una provincia de Francia llamada Grenoble, lugar cercano a las montañas, donde podía respirarse el aire fresco y contemplar un bello paisaje.
Después de empezar la carrera de medicina, como lo querían sus padres, decide abandonarla, pasando por una gran crisis, para dedicarse al estudio de la Filosofía. Durante su época de estudiante, realiza acciones de apostolado, yendo a visitar a los más pobres en las zonas marginadas cercanas a su ciudad. Esta experiencia le marcará para toda su vida, y será un importante motor de sus luchas como pensador y hombre de acción, que quiere vivir su fe de manera radical, como lo fue también su filosofía.
(Continuará).