Hace poco le escribí a mi amigo argentino, Horacio Mantilla. Le hice la pregunta que nos hacemos a diario. Me agradó tanto su respuesta que decidí compartirla contigo.
¿Qué es lo que Dios quiere de mí?
Menuda pregunta, fácil de responder en el corazón y difícil de poner en práctica, porque no estamos totalmente decididos a jugarnos por Él.
La vida es una constante lucha entre lo que quiero ser y lo que soy, ya lo dijo San Pablo:
"Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí". (Rm 7, 19-20)
Quiero ser buen hijo, padre y compañero; quiero ser buen cristiano y como me baso en mis pocas fuerzas, todo se va por un agujero. ¿Por qué? Porque no dejo que Dios actúe en mi vida.
¿Qué nos falta?
Confiar en su Palabra, plenamente.
Cuando nos dejamos llevar por su mano cariñosa, y hacemos lo que Él nos pide, aunque las cosas no salgan como quisiéramos, la vida se tranforma a nuestro alrededor y cobra sentido. Entonces comprendemos que el motivo no está en nosotros, sino en el plan que Dios tiene para nosotros.
¿Qué quiere Dios de mí?
Es la pregunta que define mi vocación, que delinea mi vida, que me hace feliz o infeliz, dependiendo de la opción que asuma.
¿Qué quiere Dios de mí?
Que reconozca mi error y crea en su Misericordia; que empiece una y mil veces de nuevo. Porque lo más importante no es caer sino levantarse y seguir hacia adelante. Ya lo dijo un sacerdote: “Santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta”.
¿Y si lo que hago está dando sus frutos y no los veo?, ¿qué quiere Dios de mí?
Que no me acongoje por ello, ya que los frutos se verán al tiempo de la cosecha.
Cuando el labrador siembra el trigo no se pregunta si el grano está sufriendo en su proceso transformador, más bien está atento a cada etapa del crecimiento, para aportar aquello que esté faltando.
¿Qué quiere Dios de mí?
Que no me preocupe por la cizaña que está en el sembradío.
¿Que quiere Dios de mí?
Que sepa alabarle, y amarlo; que no le olvide arrumbado en el Sagrario, que lo comparta con todos aquellos que conozco o no; que hable con mi vida de lo bueno y maravilloso que Él es conmigo, de cómo me protege, me consiente, me instruye, me guía… y de cómo reclama mi amor, su Amor.
¿Que quiere Dios de mí?
Que sea su hijo.
Que tenga fe.
Que no pierda la esperanza.
Que confíe en Él.
Que lo soporte todo con paciencia, templanza y fortaleza.
Que tenga misericordia.
Que lo ofrezca todo por su Amor.
Que luche por ideales, y valores que parecen olvidados.
Que sea un reflejo suyo, en la vida… en mi vida, de todos los días.
Y que lo lleve a los demás.