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¿Censuran temas pro-familia en la prensa gratuita?

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Me llena de preocupación la influencia decisiva que ejercen los medios de comunicación en la configuración de la opinión pública.

 


Es evidente que tanto en España como en el resto del mundo occidental se esta viviendo una revolución de ideas, valores y de costumbres sin parangón que debería hacernos reaccionar de manera individual, social y político sobre las causas y consecuencias de la misma.

Por esta razón, me llena de preocupación la influencia decisiva que ejercen los medios de comunicación en la configuración de la opinión pública. Recuerdo  una vez, que ante una pregunta  sobre “el astro rey del sistema mediático, la prensa”, que Pedro J. Ramírez comentó:”Pienso que los periodistas no tenemos poder, pero si algo tan importante como el poder que es la influencia……La cuestión es si esta influencia la ejercemos proponiendo ideas a la gente o tratando de recoger y reflejar las ideas que tiene.”

Por eso, me entristece ver como corren ríos de tinta en la prensa diaria sobre temas políticos y económicos mientras se relegan a un segundo plano temas primordiales y urgentes de solución para los ciudadanos como son los de sociedad y cultura.

Pongamos un ejemplo. Muchos de ustedes conocen mi afición por la sección  Cartas al Director, por considerarla la más cercana y abierta a las opiniones e intereses reales del ciudadano de la calle. Y, curiosamente, desde hace tiempo vengo observando que en esta sección de la mayoría de la prensa nacional, no se reflejan las verdaderas inquietudes de los ciudadanos sino que es utilizada por los responsables del medio para manipular la opinión de los lectores.

A la mayoría de ustedes les resultará  legitimo que muchos diarios, por su ideología concreta, no se  permitan publicar según que cartas. Quizás tengan razón. El que no quiera leerla  que no la compre, me dirán con razón. Pero en  el caso de la  prensa gratuita, por ejemplo, no me parece correcto, única y exclusivamente, por el vínculo personal que este tipo de prensa tiene con sus lectores.

Dicho de otro modo. Desde sus comienzos, este tipo de prensa siempre  fue considerada  como plural, independiente, abierta, frivolona y  distinta. Su característica principal, además de ser gratuita y accesible, es que entre sus lectores se encuentran personas de todas las ideologías, de todas las razas y, de todas las clases sociales: inmigrantes, académicos, chicas de servicio, estudiantes, fontaneros y abogados. Y, es  esto precisamente lo que le hace especial en el mundo de la comunicación.

 Pero, tristemente, en las últimas semanas, mientras la sociedad debate temas tan  importantes como el aborto, la eutanasia, la Familia, la Educación para la Ciudadanía y su naturaleza ideológica, la manipulación genética, el comportamiento de los ciudadanos, la formación de nuestros jóvenes, la violencia escolar, etc… las cartas que se publican no reflejan la diversidad de opiniones que recogen de sus miles de lectores diarios. Es partidista y discriminatoria, especialmente con temas pro-persona y pro-familia. Por lo tanto, no es de extrañar que muchos de los asiduos lectores pierdan interés en ella.

Por ejemplo, no me puedo creer que entre las casi 6.000 cartas que reciben mensualmente en 20minutos, no haya ninguna con calidad y merecedora de ser publicada, que defienda los principios esenciales de la persona humana como son la vida, el respeto por la persona humana, la dignidad de la mujer, el derecho de los padres a la educación de sus hijos, la libertad, los valores en la convivencia diaria, etc.

Es de sentido común, que si no hablamos de todos esos temas para mejorar la sociedad desde su núcleo vital, ¿Por qué esforzarnos a debatir sobre las mentiras de nuestros políticos, las causas de la corrupción inmobiliaria y judicial, las consecuencias políticas y económicas de las meteduras de pata de nuestras ministras-Vogue, las causas de la violencia contra la mujer, en las aulas o en las calles?

Da la sensación y, les aseguró que me gustaría estar equivocada, que los diarios gratuitos manipulan la Sección de Cartas al Director para dirigir a los lectores hacia unos intereses concretos y bien definidos: idiotizarnos con cortinas de humo para que no levantemos la voz ante la degradación y la continuada perdida de valores de la sociedad que constituyen verdaderos problemas sociales, mas allá de los que nos quieren presentar.