El valor de la dignidad, sobre todo de la dignidad de la mujer, va también muy ligado a la armonía familiar por ser ésta el núcleo de la sociedad.
Los doctores y nutriólogos lo niegan, las modelos lo afirman: ¡La anorexia se hereda!
Así podríamos concluir después de la declaración de Budchen, la famosa modelo que electrizó la semana de la moda en Rio de Janeiro. La Top- model afirmó que “las familias débiles y poco sólidas son las que fomentan la anorexia”. En nota citada por el diario español La Razón, Budchen comentó que no se presiona explícitamente a la anorexia, “pero todo mundo sabe que una modelo debe ser delgada”.
Ser modelo en una prestigiosa pasarela tiene en ocasiones un dramático costo. No se trata aquí de juzgar a priori el negocio del modelaje, pero sí de cuestionarse por qué un fin, que no es malo en sí mismo, arrastra consigo una verdadera tragedia. Por qué una chica puede perder su autoestima, dejar de ser dueña de sí misma, contraer males físicos y psicológicos irreparables por el afán de dar (literalmente) “la talla”.
¿Quién es víctima, quién culpable, quién beneficiario? Budchen, con la mano en la cintura, dejó entre líneas dos causas de fondo. La primera: la carencia de una verdadera escuela de amor, de una sólida armonía familiar. Y la segunda: la presión social que olvida la dignidad del ser humano como valor absoluto.
Lo que se sazona en la cocina familiar es bastante trascendente. Porque entre las sartenes y el olor a sopa, en el hogar se fragua la base del reconocimiento de la dignidad y del respeto por la mujer. Lo que se cuece en la familia es la plenitud de una paternidad responsable, de una maternidad fecunda y la realización conjunta de los hijos. Cuando hay amor conyugal no se heredan vicios, se aprende a amar y a ser íntegros.
El valor de la dignidad, sobre todo de la dignidad de la mujer, va también muy ligado a la armonía familiar por ser ésta el núcleo de la sociedad. Cuando la familia cae, la sociedad sufre un desajuste en su jerarquía de valores. Así se llega a pensar que la realización de la mujer deriva más del trabajo exterior que de la actividad familiar. Por ello el mensaje sobre la dignidad de la mujer halla oposición en la persistente mentalidad consumista que considera al ser humano no como persona sino como cosa, como objeto de la compraventa. Un ser al puro servicio del interés egoísta y del solo placer, siendo la mujer la primera víctima de dicha mentalidad.
Un mal como la anorexia nos descubre dos valores, la familia y la dignidad, que hunden sus raíces en la verdadera concepción del hombre. Es una invitación tanto a la familia como a la sociedad para revalorizar la dignidad y el aprecio por “la familia sólida”, quien está destinada a dejar en herencia seres íntegros, no esqueletos.