El ejemplo de la Doctora Stein puede ponernos a pensar en nuestros países latinoamericanos, en concreto en México, sobre cuál es el papel de la mujer en el ámbito académico y profesional.
Recuerdo que asistí a una conferencia en el Seminario Diocesano impartida por un Profesor norteamericano, traductor de la obra de la filósofa y teóloga alemana. Me llamó la atención que no mencionó el hecho de que la Doctora Stein no fue admitida a la Cátedra en Alemania por el simple hecho de ser mujer, pues era –hasta donde se- la primera mujer en el siglo XX que optaba a una cátedra en una Universidad alemana. Como era un auditorio fundamentalmente formado por hombres preferí no mencionarlo para no entrar en polémicas, pues una está acostumbrada a tener cuidado al mencionar estos temas con los hombres y prefiere no hablar aunque con mujeres se comparte la visión en torno al tema.
Son conocidos los esfuerzos de Edith Stein por desarrollar su actividad docente en una Universidad alemana extendidos a lo largo de muchos años – en 1919 había tratado de obtener un puesto docente en Gotinga y en Kiel, en 1931 en Friburgo y en Breslau-.
En 1923 vivió y enseñó en el Colegio de las Dominicas de Spira. En 1932 que se le concedió la ansiada cátedra en el Instituto alemán de pedagogía científica, en Münster de Westfalia.
En el aniversario de su muerte como Santa Teresa Benedicta de la Cruz el Padre Miguel Angel, carmelita descalzo mencionó que la mártir había vivido dos opresiones, una por ser mujer y otra por ser judía. Pensé que éste conocía más de cerca su biografía, – lógicamente como hermano de la misma Orden- que coincide con el biógrafo español Florencio García Muñoz, el cual inicia su obra con un índice en el que fecha: 1919. Inicia la búsqueda de cátedra sin conseguirlo por ser mujer. Mientras, elabora trabajos científicos.
Hoy pienso que no debí haber callado un dato tan importante y, por lo demás significativo en aquel auditorio, pues he decidido no callar, sino decir la verdad y cuestionar a la gente sobre lo que sucede para desvelar la verdad.
Se habla mucho de los “derechos de la mujer” en el terreno jurídico o legal y nos lo presenta la televisión, sin embargo, el tema necesita un trasfondo filosófico y psicológico o cultural que es necesario divulgar, mostrar y enseñar.
Los profesores de filosofía, “filosofantes” o aspirantes a “filósofos” heredamos de Sócrates esta inquietud por la verdad y nos interesa, en la medida de lo posible, cuestionar y hacer pensar, pues pareciera que el pensar en serio no es ejercicio cotidiano y este lastre , por no decir somnolencia, nos impide erigirnos como país y como civilización plenamente humana y humanizante.
El ejemplo de la Doctora Stein puede ponernos a pensar en nuestros países latinoamericanos, en concreto en México, sobre cuál es el papel de la mujer en el ámbito académico y profesional. Es deplorable ver cómo hombres con menos grado que las mujeres y por ende con menos capacidad intelectual e incluso humanismo no permiten que las mujeres se desarrollen y más bien les vetan o impiden con estrategias sucias y políticas que nada tienen que ver con el desempeño académico, sino que más bien muestran lo que Samuel Ramos – filósofo y psicólogo de lo mexicano – llamó el “complejo de inferioridad del mexicano”.
Considero que mientras no tomemos conciencia de este “complejo” a nivel inconsciente y arraigado desde milenios atrás, no seremos capaces de superar estos lastres que nos impiden la creación libre y fecunda de la cultura y por ende un país civilizado.
En la medida en que los hombres se sienten amenazados en sus puestos académicos y de poder por las mujeres, bloquearán, discriminarán y buscarán cómo frenar su creatividad y desempeño profesional, y esto será en perjuicio de la educación de las nuevas generaciones, e imposibilitará, por consiguiente, el que crezca el nivel académico.
No es de extrañar, entonces, que no tengamos tantos creadores como por ejemplo en los países europeos, en donde los concursos de oposición a la cátedra eliminan los subjetivismos y rivalidades de fondo o inconsciente de los hombres para con las mujeres y por ende la competencia –inconsciente a veces – de las mujeres entre sí que se vuelven peores muchas veces que las mismas con los hombres si no nos hacemos conscientes de la problemática.
El caso de la Doctora Stein puede ayudarnos a reflexionar en el tema, ya que ella pudo seguirse desarrollando y creando como monja carmelita descalza. ¿Cuál será la salida para miles de mexicanas que en la Universidad son bloqueadas por Profesoras que no quieren que rivalicen con ellas que, educadas en la vieja escuela se doctoraban por ejemplo a los 50 años o más, cuando las nuevas generaciones se doctoran a los 35 años ?. ¿Cuál para aquellas mexicanas que estudian en su país o en el extranjero y se topan con bloqueos de sus mismos ex compañeros o colegas, los que, más que servir de educadores y concientizadores y colaborar a la creación cultural de las nuevas generaciones o subir el nivel académico, les interesan sus puestos de poder?
Sería necesario recordarles el desinterés del filósofo que busca y ama la verdad y asume los riesgos o consecuencias de ello.
El viejo Sócrates sigue siendo el paradigma del hombre recto y virtuoso que se juega la vida por amor a la verdad, que prefiere la muerte a dejar de filosofar y ejercer el libre y desinteresado arte de la mayéutica que, al cuestionar a la gente emprende la búsqueda apasionada por la verdad más profunda, por la esencia de las cosas.
Es sabido que a Sócrates nadie le pagaba, y cuando le ofreció un discípulo pagar la pena que le imponían los atenienses, prefirió morir por toda la enseñanza, creo yo, que ello representaba, pues antes que nada era un pedagogo; antes que dejarse de regir por las leyes de su ciudad y “dar una mordida tramposa”, antes que corromperse y corromper a la juventud, que era de lo que curiosamente le acusaban.
Si no tomamos consciencia sobre el tema, en lugar de propiciar la educación y la creación de cultura, estaremos, sin saberlo, bloqueando su desarrollo y por ende el desarrollo de todos como país, lo que redundará en un perjuicio para todos, incluso para el que persiste en el “poder”.