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La metáfora del lápiz

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Muchos de nosotros no queremos, es más, no debemos, relegar las tradiciones cristianas que nos enseñan que el día de Todos los Santos  y de Difuntos son de alegría, respeto y oración por nuestros muertos.

Érase una vez,  contaba Paulo Coelho, un  niñito que miraba cómo  su abuelo escribía una carta.  En un momento dado, le preguntó:

–    ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?

 El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:

–    Estoy escribiendo sobre ti, es cierto.  Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando.  Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.  

– ¿Cómo el lápiz? , preguntó el nieto  intrigado. ¿Qué tiene de particular ese lápiz?

El abuelo le respondió:

–    Todo depende del modo en que mires las cosas.  Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.

Primera cualidad:

Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos.  Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.  

Segunda cualidad:

De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas.  Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado.  Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.  

Tercera cualidad:

El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal.  Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.  

Cuarta cualidad:

Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro.  Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.  

Quinta cualidad:

Siempre deja una marca.  De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos.  Por eso intenta ser consciente de cada acción.

La comparación entre la vida de los hombres  y este pequeño lápiz  me recuerda a la Madre Teresa de Calcuta , a la que le gustaba definirse como, “Yo soy el lápiz de Dios. Un trozo de lápiz con el cual Él escribe aquello que quiere. Soy como el pequeño lápiz en su mano. Eso es todo. Él piensa. Él escribe. El lápiz no tiene que hacer nada. Al lápiz solo se le permite ser usado."

Quizás sea por esto, que la Iglesia nos invita a rezar por nuestros muertos. Padres, madres, hijos, amigos,…  que vivieron intentando cumplir esas cinco cualidades del lápiz de esta historia, convirtiendo su vida anónima, en una decisión de amor, de entrega sin límites y de valentía silenciosa.

A pesar de que  en Halloween, muchos son los que se empeñan en  reflejar en nuestras vidas la cultura filmografía  Hollywoodiense del terror  y nos bombardean hasta conseguir que imitemos las tradiciones paganas norteamericanas, en la que los niños con calabazas, las fiestas de brujas y fantasmas en discotecas o el “"trick or treat”. Muchos de nosotros no queremos, es más, no debemos, relegar las tradiciones cristianas que nos enseñan que el día de Todos los Santos  y de Difuntos son de alegría, respeto y oración por nuestros muertos.

Porque en la lucha de nuestros “lápices” no prima la muerte, la oscuridad, el terror ni la violencia. Al contrario, la Vida, la Alegría, el Amor y la Justicia es la mano que guía sus instrumentos. Sólo Él lo puede hacer.

Remedios Falaguera (España)