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Sobre Dios es amor (III)

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El amor de Dios nos salva, nos consuela, nos hace reconocerle valor a la existencia, el milagro mismo de la existencia.

María del Pilar Gómez (México)    

Decíamos en el artículo anterior que la relación de Dios con Israel se ilustra bajo la metáfora del noviazgo y del matrimonio; la idolatría en cambio equivale al adulterio y la prostitución.

La historia de amor de Dios con nosotros –Israel- consiste en que Él nos da la Torah, la Palabra y nos abre los ojos sobre la verdadera naturaleza del hombre y nos indica el camino del verdadero humanismo. Esta historia consiste en que el hombre, al vivir en fidelidad al único Dios, se experimenta a sí mismo como quien es amado por Dios y descubre la alegría en la verdad y la justicia. La alegría en Dios se convierte en nuestra felicidad esencial:

“¿No te tengo a ti en el cielo?, y contigo, ¿qué me importa la tierra ?… Para mí lo bueno es estar junto a Dios”(Sal 73 (72),25.28).

El eros de Dios con el hombre es a la vez agapé, se da gratuitamente y también perdona.

El profeta Oseas nos muestra este ágape de Dios para con el hombre.

A pesar de que Israel ha roto la Alianza y ha cometido “adulterio” y por tanto Dios debería juzgarlo y repudiarlo, escuchemos sus palabras:

“¿Cómo voy a dejarte, Efraín, cómo entregarte, Israel ?… Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín ; que yo soy Dios y no hombre, santo en medio de ti”… (Os 11,8-9).

Está presente “el amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, que es a la vez un amor que perdona. “Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia”(1).

Por ello se han visto los rasgos femeninos de Dios en la Biblia. En este capítulo 11 de Oseas se observa claramente este lado femenino de Dios compasivo y misericordioso como el de una madre amante que perdona al hijo a pesar de su torpeza, de su infantilismo, de su limitada comprensión. La madre perdona, y a través de ello ama y educa a un tiempo, abraza o “contiene”-como dicen los psicólogos- al infante limitado, demasiado limitado para comprender a la divinidad.

“ En el capítulo dedicado a Dios Padre, mencionábamos la preciosa balada del amor divino que se encuentra en el capítulo 11 del libro de Oseas. Casi todos los escrituristas ven en esta balada la máxima expresión de amor paterno de Dios a Israel; pero Helen Schüngel-Straumann, que fue la primera en interpretarlo desde una perspectiva feminista (2), observa acertadamente que en ningún lugar del poema aparece la palabra “padre” y que, en cambio, existen motivos para pensar en una madre.” (3)

Me pregunto y os pregunto ¿podremos entender el Milagro de la Cruz ?

¿ El hecho de que Dios se hizo un hombre y se dispuso a padecer la humana condición hasta la muerte, por amor …?

Es por ello que los cristianos cantamos:  

“ Entre tus manos
está mi vida Señor
Entre tus manos
pongo mi existir.
Hay que morir, para vivir,
entre tus manos
confío mi ser.
Si el si el grano de trigo no muere,
si no muere, solo quedará,
pero si muere, en abundancia dará
un fruto eterno, que no morirá”.

Os invito a hacer una reflexión.

¿ Seré capaz yo de darme a mis congéneres como Jesús se me dio, se nos dio y nos amó hasta la muerte ?.

Reflexionar sobre el amor de Dios es abismarnos en el misterio de su infinitud y reconocer la vida como una donación, el trabajo como una donación, los hijos , hermanos o amigos como una donación en medio de la tragedia de la vida y sus sufrimientos.

El amor de Dios nos salva, nos consuela, nos hace reconocerle valor a la existencia, el milagro mismo de la existencia. En ese sentido vivir es percatarnos del derroche divino en la creación, en cada ser natural, en cada perfección de los seres, percibir la armonía universal a pesar de la existencia del mal en el mundo, y éste no es sino el no percatarse de la bondad implícita en la creación.

 “El aspecto filosófico e histórico-religioso que se ha de subrayar en esta visión de la Biblia es que, por un lado, nos encontramos ante una imagen estrictamente metafísica de Dios: Dios es en absoluto la fuente originaria de cada ser ; pero este principio creativo de todas las cosas – el Logos, la razón primordial – es al mismo tiempo un amante con toda la pasión de un verdadero amor”. (4)

Al leer el Cantar de los Cantares percibimos una historia de amor humano, pero a la luz de las enseñanzas de la totalidad de la Biblia en donde vamos encontrando la huella de Dios en la historia del pueblo elegido, podemos ir más allá y percibir este paralelismo entre la historia del amor humano y la historia del pueblo en relación con Dios, a pesar de que Éste le supera, y porque Éste le supera es una historia mucho más grandiosa que todo amor humano.

 “…tanto en la literatura cristiana como en la judía, el Cantar de los Cantares  se ha convertido en una fuente de conocimiento y de experiencia mística, en la cual se expresa la esencia de la fe bíblica : se da ciertamente una unificación del hombre con Dios – sueño originario del hombre, pero esta unificación no es un fundirse juntos, un hundirse en el océano anónimo del Divino; es una unidad que crea amor, en la que ambos – Dios y el hombre- siguen siendo ellos mismos y, sin embargo, se convierten en una sola cosa: “El que se une al Señor, es un espíritu con él “, dice san Pablo (1 Co 6,17).(5)

¿ Habremos escuchado, pensado o imaginado una sublimidad mayor que el llegar a “ser un espíritu con Dios ” ?.

Estos misterios, estas delicias y experiencias sobrenaturales, son privilegio de las almas entregadas y sumisas al Señor de tal forma que logran esta unificación. Sin embargo, pienso que no se nos excluye de la experiencia de Dios ni de ser dignos de su amor,  corresponde a nuestra libertad fomentar la comunicación estrecha con Dios, practicarla y gozar de ésta, no otra cosa son los “talleres de oración y vida”, los retiros espirituales o las Jornadas de oración en los que podemos acceder a la vida del espíritu dejando a un lado los condicionamientos del mundo y sus afanes. Hay almas que se han atrevido a abandonarlo todo para aspirar a ser “un espíritu con él…”.

(1) Benedicto XVI, Carta Encíclica Dios es amor, p.16, Conferencia del Episcopado Mexicano.

(2) Schüngel-Straumann, Helen, “Gott als Mutter in Hosea 11”: Tübinger Theologische Quartalschrift 166 ( 1986) 119-134.

(3)  Luis González-Carvajal Santabárbara, ¡ NOTICIAS DE DIOS!, Sal Térrae Pastoral, p. 221-222.

(4) Benedicto XVI, Carta Encíclica Dios es amor, p.16. Conferencia del Episcopado Mexicano.

(5) Ibidem, p. 17.