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«Hemos visto una estrella»

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Ya desde su nacimiento, Jesús era incómodo para ciertas estructuras, pues su presencia representaba la perdida de poder de algunos.

“¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo” (Mt 2,2), dijeron los magos que venían de Oriente, según nos relata el Evangelista Mateo. Estas palabras y el nacimiento mismo del Mesías, inquietaron a toda Jerusalén y a Herodes; tanto así, que envía a los magos a averiguar todo lo referente “a ese niño” porque “deseaba” adorarle él también. Los magos regresan a su país por otro camino, y José es puesto en alerta por un Ángel del Señor: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes busca al niño para matarlo… y fijándose en la fecha que ellos –los magos- le habían dicho, ordeno matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores” (Cf Mt 2, 13-16)

Ya desde su nacimiento, Jesús era incómodo para ciertas estructuras, pues su presencia representaba la perdida de poder de algunos. Aunque con otras características, esto sigue vigente hasta nuestros días. La presencia de Cristo en los bautizados –es decir, ciudadanos de carne y hueso-, resulta incómoda aún o, quizá, ahora más que nunca. El ser bautizado, puede ser que a muchos no les diga nada, sobre todo si se limita a un trámite o suceso ordinario pues para muchos el bautismo “se limita a ser inscripción jurídica en un registro parroquial: -por tanto- levadura olvidada junto a la artesa de la vida y jamás mezclada –o mezclada en proporciones insuficientes- con la masa de lo cotidiano” Mons. Justo Mullor, Dios Cree en el Hombre, Pág. 71. Pero, un cristiano que asume su compromiso de bautizado, es y será incómodo sobre todo en donde se vive con injusticia. Los auténticos cristianos de nuestro tiempo, son capaces de interpelar con su propia vida y palabras a quienes viven cerca de ellos. El Papa Polaco, decía que “La participación en el oficio profético de Cristo, <<que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra>>, habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía” Juan Pablo II, Christifideles Laici No 14

En este tiempo de particular alegría, en que recordamos el Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, pensemos: ¿deseamos que nazca en nuestro corazón, con todo lo que ello implica? ¿Pasaremos una Navidad más sin que eso represente nada en nuestra vida cristiana? La exhortación para estas fechas, es para que el festejo familiar, la alegría y el entusiasmo, sean trascendidos –no relegados- por el compromiso con los que más necesitan. Los tiempos de Herodes parecen repetirse e incrementarse: miles de niños asesinados antes de nacer, hermanos nuestros “asistidos” para un “mejor” morir –asesinato al fin-, familias que emigran a otras tierras, muchos cristianos perseguidos y acusados de intolerantes por denunciar tales actos contra la dignidad humana. La persona de Cristo es perseguida en su cuerpo: la Iglesia. Los cristianos son ahora el blanco de ataques, difamaciones y atentados. Pero, ¿veremos con desanimo los sucesos o con esperanza iremos adelante?, ¿nos consideramos sólo Iglesia perseguida o nos sabemos Iglesia bienaventurada?

Finalmente, ojala que estas fiestas navideñas, además de consumir, nos consumamos por los demás; además de regalar, nos donemos; Ojala que nosotros al igual que José, tomemos al Niño y a su Madre, pero no para huir, sino para ser testigos auténticos en el mundo que tanto necesita de Dios; ojala que no perdamos de vista la estrella que nos lleva hasta Él y que a su vez, seamos una pequeña “estrella” que lleve a los demás a los pies del Señor para adorarle. No olvidemos, Murió Herodes y posteriormente su hijo Arquelao; murió el señor Calles en el siglo pasado y morirán –al igual que nosotros- los actuales Herodes; pero Jesús seguirá naciendo en el corazón de miles hermanos nuestros y Su Palabra no pasará. Que tengan cada uno de ustedes, la dicha de ver a Jesús en sus hogares y sus labores cotidianas. Que Su nacimiento, tenga los frutos necesarios para que la paz y la armonía estén presentes en su matrimonio, apostolado, vocación y profesión. Que por intercesión de San Rafael Guízar y el Beato Agustín Pro, así sea.