Amor a Dios y amor al prójimo. ¿Es realmente posible amar a Dios aunque no se le vea?, ¿Se puede mandar el amor?
El Papa nos plantea dos objeciones contra el doble mandamiento del amor: nadie ha visto a Dios jamás, ¿ cómo podremos amarlo los seres humanos ?.
Por otra parte, el amor no es algo que se pueda mandar, es un sentimiento que se tiene o no; que no puede ser creado por la voluntad…
Asombrosamente el Pontífice responde con la Sagrada Escritura:
“Si alguno dice: “amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” ( 1Jn 4,20 )
Si reflexionamos estas palabras, podemos ver que el amor a Dios altísimo e invisible es algo tan grande que abarca a los prójimos, al prójimo, es decir, es un amor universalmente generalizado, ¿ por qué ?, por la sencilla razón de que al amar al creador, se ama su obra como quien ama a Picasso, a Modigliani a Renoir ama su obra, admira su creación, ¿ cuánto más amar a Dios nos llevará a amar la creación entera…?. Por lo que San Francisco de Asís amó a sus hermanos, a la hermana luna, al hermano sol, a sus hermanos los pajaritos y a toda la creación. Esto lejos de ser un romanticismo, es una comprensión teológica profunda del ser todo de la creación, de la creación divina.
¿Nos damos cuenta del compromiso tan grande que tenemos los que amamos verdaderamente al Dios altísimo?.Por ello Kierkegaard el padre del existencialismo moderno cuando decide volver a sus estudios de Teología se convirtió en tan excelso exegeta y creó ni más ni menos que “Las obras del amor” en donde escudriña a lo largo de dos obras tan sólo en el Primer Mandamiento de la Ley de Dios…”
Por eso la Palabra de Dios es insondable. Puede un ser humano crear toda una obra filosófico-teológica en torno a su desarrollo y entendimiento, porque se trata precisamente de La Sabiduría Divina…
Y luego nos sorprende sobremanera cuando los hombres pretenden desconocer esta Sabiduría Omnicomprensiva y quieren decidir los asuntos humanos basados sólo en cuestiones prácticas o “realistas” de este mundo haciendo a un lado el Primer Mandamiento de la Ley de Dios…
Hermanos que dañan a sus propios hermanos de sangre por querer poseer más de la cuenta, importarles sólo el dinero y el hacer más dinero con un negocio aunque ello afecte directamente a su hermano por no apoyarlo a que él también crezca, y más si se trata de un hermano pobre, el más pobre de todos…Considero que por ello es que existe tanta injusticia en el mundo, tanta desigualdad, luchas de poder en la misma familia, en las Universidades, en los trabajos, en tantos ámbitos sociales.
La dimensión del amor nos hermana con todas las criaturas, esta fue la gran lección franciscana, si perdemos esta dimensión, el hombre se convertirá en el lobo del hombre, en su enemigo y oponente porque en el fondo nos interesará más que el amor, el poder, el prestigio o las riquezas…
“…en todo el contexto de la Primera carta de Juan apenas citada, el amor a Dios es exigido explícitamente. Lo que se subraya es la inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia…El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios”.(1)
Carta Encíclica DIOS ES AMOR, Benedicto XVI, p.22-23.
María del Pilar Gpe. Gómez (México)