Ante la propaganda atea en los autobuses de diversas ciudades españolas y como sacerdote quería agradecer esta iniciativa, pues considero que se trata de un acto de apostolado.
En los últimos días no he dejado de oír noticias sobre propaganda atea en los autobuses de diversas ciudades españolas y como sacerdote quería agradecer esta iniciativa, pues considero que se trata de un acto de apostolado.
Apostolado, en primer lugar, porque anuncia la fe atea. Sí, la fe atea, porque el ateismo es también una creencia religiosa; ya que nadie ha demostrado científicamente que Dios no existe, quienes niegan su existencia demuestran tener fe en una creencia religiosa, tan creencia y tan religiosa como la de aquellos que confesamos su existencia. En eso estamos igual: debemos dar repuesta ante esa pregunta por la trascendencia que apremia el corazón del hombre y está en el origen de las culturas. Y tan religioso es quien cree que sí como quien cree que no. Y en lo que se ve, ambos se sienten igualmente llamados a hacer un anuncio apostólico de su fe. Lo cual constituye, sin duda, un gesto de fe y sacrificio en medio de una sociedad materialista.
Apostolado también porque han sacado a la calle la pregunta sobre Dios que tantas veces ocultamos los mismos creyentes. Hay que ver la de veces que los curas hablamos de evangelización de los ambientes y de que debemos provocar en los hombres de nuestro tiempo los interrogantes que llevan a la fe, para luego limitarnos a los que vienen a misa o se apuntan al cursillo de novios dentro de los muros de la parroquia; y tienen que ser ustedes los que cumplan la profecía del Cristo: “si estos callan hablarán las piedras”. En fin, que estos días en España no deja de hablarse de Dios y seguro que muchos acabarán encontrándose con Él. Lo dicho, muchas gracias.
José Ramón Peláez Sanz, Sacerdote de la diócesis de Valladolid (España)