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Naufragios en internet

Image Tengo por fin un momento para “navegar”. Entro a internet y empiezo a buscar un dato. Encuentro una página excelente y un link a otro tema. Veo una noticia de última hora. Busco más información. Avanzo y avanzo entre páginas buenas y menos buenas.

Tengo por fin un momento para “navegar”. Entro a internet y empiezo a buscar un dato. Encuentro una página excelente y un link a otro tema. Veo una noticia de última hora. Busco más información. Avanzo y avanzo entre páginas buenas y menos buenas.

Al final, lo que iba a ser una navegación de pocos minutos y para un simple dato se ha convertido en un “naufragio” de más de una hora.

Internet es un mundo inmenso, casi inabarcable. Ofrece posibilidades inimaginables de información, permite acceder a libros, documentos, grabaciones, voces, entrevistas, noticias, casi sin límites. Permite conocer a personas, dialogar con amigos, encontrar estudiosos interesados en el propio ámbito de investigación. Abre horizontes a realidades que no aparecen en los medios tradicionales de comunicación.

Precisamente al ser tan rico, tan maravilloso, tan potente, internet no está exento de peligros. Uno de esos peligros consiste en la adicción, en el apasionarse, en el ir de un sitio a otro y en abrir más y más horizontes, sin llegar a veces a terminar aquello para lo que uno había entrado al mundo de la red mundial.

Tras reconocer y explicar las enormes riquezas abiertas con el mundo de internet, el Papa Benedicto XVI avisaba de una de las consecuencias más peligrosas de estos “naufragios” adictivos: el aislamiento, la pérdida de relaciones con las personas que viven a nuestro lado.

“Sería una pena que nuestro deseo de establecer y desarrollar las amistades on line fuera en deterioro de nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos y quienes encontramos en nuestra realidad cotidiana, en el lugar de trabajo, en la escuela o en el tiempo libre. En efecto, cuando el deseo de conexión virtual se convierte en obsesivo, la consecuencia es que la persona se aísla, interrumpiendo su interacción social real. Esto termina por alterar también los ritmos de reposo, de silencio y de reflexión necesarios para un sano desarrollo humano” (Mensaje de Benedicto XVI para la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2009).

¿Cómo evitar los naufragios en internet? Con voluntad y con una sana jerarquía de valores. En ella, ocuparán siempre el primer lugar los deberes con Dios, con la familia, con el trabajo, con los estudios, con los amigos, con los necesitados. Luego, y en eso internet puede ayudar mucho, tendremos la ocasión de buscar maneras para vivir esos mismos compromisos de modo mejor y más concreto. Por último, y como algo muy eficaz, hemos de saber ir a lo que se va, sin desviarse “ni a derecha ni a izquierda”.

De este modo, será no sólo posible evitar un naufragio de minutos o de horas en el océano interminable de internet, sino que sabremos aprovecharlo con sus múltiples posibilidades para el bien, para la amistad, para el servicio, para la formación personal, y para la lucha por la justicia y la paz.

Por el P. Fernando Pascual