El caso de Susan Boyle conmueve e impacta profundamente. Cautiva porque es el testimonio de una persona sin respeto humano, que se muestra sin el maquillaje de las apariencias y nos permite ver la belleza de diversas virtudes hechas vida. Susan nos recuerda que las personas valen por lo que son y no por lo que aparentan.
No, no fue su estupenda interpretación de I dreamed a dream lo que me cautivó. Tampoco fueron las altas notas de calificación de los tres jueces ni las imágenes de un público rendido ante una mujer regordeta, cabello desaliñado y 47 años de edad.
Antes de entrar en escena, las imágenes nos la presentan comiendo, con todas las poses de lo que podríamos llamar una anti-diva. Le preguntan si está nerviosa y responde “sí, pero tengo fe”. Y cuando al fin entra al estrado, la rechifla burlona y las risas mordaces se apoderan del auditorio del programa Britain's Got Talent, ante la apariencia externa de esta soltera y desempleada escocesa.
Susan Boyle no se apoca. Responde con una sonrisa que refleja una inocencia jamás perdida y una sinceridad que hace dudar al jurado sobre la idoneidad de la concursante: “Ser una cantante profesional”, es la respuesta al interrogatorio sobre cuál es su sueño. Y cuando le preguntan por qué todavía no lo es, contesta: “No he tenido la oportunidad antes, pero espero que esto cambie”. Había llegado el momento. Era el 11 de abril de 2009.
Apenas iniciar las primeras palabras de la canción, las cámaras nos muestran cómo en el rostro de los tres inquisidores se va dibujando una cara de sorpresa. Y cuando Susan lleva al clímax esa pieza de Los Miserables (en español el título es Soñé un sueño), de modo natural nos damos cuenta que el sueño ya se estaba haciendo realidad. En el mismo momento, Amanda, uno de los jueces, se pone de pie para aplaudir, con lágrimas en los ojos, a Boyle.
“Siempre he querido actuar para un gran público”, había afirmado Susan antes de empezar la canción. Comenzó a salir del escenario siendo que el jurado aún no daba su veredicto. Y la tuvieron que hacer volver. “Cuando te presentaste diciendo que querías ser como Elain Paige todos se rieron de ti. Nadie se ríe ahora. Nos has dejado impactados. Increíble”, le dijo Piers, uno de los jueces. Momentos después el mismo Piers diría que le daba el mayor “sí” que había dado en tres años del programa. Y Amanda añadió: “Estoy muy ilusionada porque todos estaban en contra tuya. Todos hemos sido muy cínicos. Esta es la mayor llamada de atención y debo decir que fue un completo privilegio oírte”.
Desgraciadamente, aprovechándose de la fama que a pulso de humildad y esfuerzo se ganó Boyle, una jauría soez la ha querido contagiar de su perfidia invitándola a participar en una película pornográfica por, según dicen, un millón de dólares. Kick Ass Films es la maquiladora que se colgó del buen nombre de Susan para dar a hablar de sí misma. Y es que otra de las virtudes que adornan a Susan Boyle es la de la virginidad.
Susan canta desde los 12 años. Su voz ha sido el vehículo de oración con que ha rezado a Dios en el coro de una parroquia católica en Blacknurn, Escocia. Su madre, quien murió hace dos años, fue quien la animó y ayudó a formar su voz adecuadamente. Soltera y con siete hermanos, Susan declaró posteriormente al The Times Online que la hostilidad inicial del público se debió a que “la sociedad moderna es muy dada a juzgar a las personas por su apariencia […] No se puede hacer mucho al respecto porque es la manera cómo piensan, es su forma de ser. Pero tal vez esto les puede enseñar una lección, sentar un precedente”.
“Nunca se vanaglorió de su voz, esta es la primera vez que ha sido reconocida públicamente. Es un alma tranquila”, declaró el padre Ryszard Holuka, párroco de la iglesia a la que asiste Susan, al The Washington Post.
El caso de Susan Boyle conmueve e impacta profundamente. Cautiva porque es el testimonio de una persona sin respeto humano, que se muestra sin el maquillaje de las apariencias y nos permite ver la belleza de diversas virtudes hechas vida. Susan nos recuerda que las personas valen por lo que son y no por lo que aparentan; nos catapulta al plano de la valoración de la perseverancia en el deseo de cumplir los propios sueños y de la tenacidad que no se rinde al “no se puede”.
Susan Boyle es también una invitación a un examen de conciencia, a un re-encauzar nuestros prejuicios al plano del pensar bien de todos. Por eso, pedir disculpas a esta mujer es hacerlo respecto a todas aquellas Susanas anónimas con las que nos topamos a diario. Bien lo decía Amanda, uno de los miembros del jurado de Britain's Got Talent, hemos sido cínicos, pero esta es una llamada de alerta.
Se puede ver el video con la participación de Susan Boyle en: http://www.youtube.com/watch?v=9lp0IWv8QZY
La versión con subtítulos en español la puede ver en: http://www.youtube.com/watch?v=31yzafJerZk
Por Jorge Enrique Mújica / GAMA Análisis y Actualidad