El Cardenal Marx, obispo de Münich, fue anfitrión, en los últimos días de enero del Congreso Europeo de Pastoral Universitaria que tuvo como tema «Formación, Educación y Evangelio, Perspectivas de la Pastoral Universitaria en Europa».
De entre la riqueza de ideas expuestas en el congreso, quiero enfocar la atención en una expresada por el Cardenal Marx: “Es necesario volver a la tarea originaria de la universidad: el crecimiento de la humanidad, la vanguardia espiritual y ser piedra angular en la red de intelectuales por el interés del bien común”.
La propuesta del Cardenal para la Universidad implica el desarrollo de tres tareas que deben realizar los universitarios (autoridades, académicos, investigadores y estudiantes) en beneficio de la sociedad a la que se deben.
Sin importar que este congreso fuera concebido en Europa y para Europa, podemos retomar lo ahí expuesto y hacer algunas reflexiones respecto del quehacer de la Universidad y del quehacer del universitario, ya que quien tuvo la oportunidad de culminar su formación en la Universidad, tiene un compromiso con la sociedad.
Siguiendo el orden expuesto por el obispo de Münich, el primer compromiso consiste en hacer del humano un ser más humano, o lo que él llama crecimiento de la humanidad. La Universidad, cuyo terreno natural es la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza, contenida en la ciencia, la cultura y el arte, profundiza en estos campos para dar un servicio a la humanidad que es la destinataria del quehacer universitario; así, la aplicación de la ciencia en el desarrollo de la tecnología y la técnica, debe mirar al bien de la persona vista en toda su integridad.
La pregunta es: como universitario, ya sea dentro o fuera del claustro, ¿cómo contribuyo a la promoción de un entorno más humano?, lo que implica una cadena virtuosa en donde la institución universitaria profundiza en el significado y trascendencia del ser persona, del ser humano; involucra al estudiantado en ese conocimiento y reconocimiento, y constructor de un nuevo humanismo, respetuoso de la libertad de conciencia, de creencia, de expresión, … El universitario, con una sólida formación humanista, transforma su medio ambiente con esa visión e intensión de ayudar a crecer en humanidad a quienes son parte de su entorno.
Con relación a ser piedra angular en la red de intelectuales por el interés del bien común, el asunto debe ser concebido con mentalidad incluyente e interdisciplinaria, pues este mundo cada vez es más plural e interrelacionado; es un mundo donde las culturas conviven; un mundo en transformación que avanza hacia una nueva civilización, hacia una nueva forma de relacionarse.
La Universidad como vanguardia espiritual. El lema o divisa de la UNAM y el de la Universidad de Guanajuato ayudan a ilustrar esta idea. La Universidad es el crisol en el que se funden los elementos que dan forma a la cultura. En México, al igual que en el mundo, los claustros universitarios han sido ese crisol.
Los jóvenes universitarios están llamados a ser la vanguardia espiritual. Son herederos de la tradición y sabiduría acumulada por siglos en las aulas universitarias y tienen un compromiso: Vivir y divulgar la verdad, ser baluartes de la libertad, y ser el espíritu que habla por la nueva raza. Tal y como rezan los lemas “La Verdad os hará libres” y “Por mi raza hablará el espíritu”