Debates los ha habido siempre y, seguramente, los seguirá habiendo por mucho tiempo. ¿A favor o en contra de esto, de lo otro, de lo de más allá? Las opiniones se dividen en seguida, especialmente ante los temas más conflictivos: guerra o paz, despido libre o contratos fijos, más impuestos para unos o para otros, proteccionismo o apertura de fronteras.
La división de opiniones también se hace viva en temas menos inmediatos, pero no por ello menos importante: sentido de la vida, valor y diferencia entre las religiones, principios éticos que valen más allá del subjetivismo.
La existencia de blogs, foros y comentarios en muchas páginas de Internet permite en seguida individuar quiénes están en un lado o en otro. Empieza la batalla: el debate está servido.
Puede parecer fácil colocarse en seguida de una parte y contra “los otros”. Entonces los comentarios suelen ser duros, claros, incisivos. En muchas ocasiones el que escribe busca denigrar a los otros, les etiqueta, llega a la provocación, sobre todo si se siente seguro bajo la oscuridad del anonimato. Los “otros” responden muchas veces con la misma moneda. Ha iniciado la lucha. El periódico o el blog disfruta: aumenta, a veces a gran velocidad, el número de visitantes y de comentarios.
En cambio, resulta difícil avanzar entre dos fuegos. Si una persona se esfuerza por analizar serenamente los extremos de la discusión, puede percatarse de los elementos positivos de unos y de otros, así como puntos débiles que se dan en ambos lados. Entonces está disponible para buscar caminos de entendimiento, para adoptar una posición serena y conciliadora.
Por desgracia, ocurre con cierta frecuencia que la persona que desea mediar en la discusión se convierte en un blanco fácil para quienes disparan desde los dos lados. Su esfuerzo por adoptar caminos adecuados al diálogo, entonces, llega a parecer un fracaso: los ánimos están tan encendidos que sus aportaciones son como susurros en medio de un griterío descompuesto.
Por eso en medio de tantos debates, y como camino urgente para superar contraposiciones que, por desgracia, pasan muchas veces de las palabras a los golpes bajos (físicos o morales), hace falta encontrar a más personas con valor para avanzar entre dos fuegos, para buscar modos concretos que ayuden a encontrar la verdad por encima de actitudes emotivas e ideológicas que buscan sólo defender la propia bandera a cualquier precio.
Desde una actitud sincera de amor a la verdad, y desde un respeto auténtico hacia las personas, será posible superar esteriotipos que sólo llevan al odio y a discusiones sin sentido, y se abrirán horizontes de escucha y de enriquecimiento mutuo, algo sumamente urgente en las sociedades pluralistas.