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Mentes retorcidas

Hay mentes retorcidas, llenas de rencores, de odio, de malicia. Mentes que buscan una y otra vez cómo golpear al otro, cómo hundirlo, cómo terminar con él. Mentes que razonan incansablemente, a veces desde muchos estudios y un excelente coeficiente intelectual, para encontrar argumentos con los que destruir al “adversario”.

¿Por qué hay mentes tan destructoras? Los caminos pueden ser diferentes. En ocasiones ocurre algo parecido a lo que le pasó al rey Saúl: envidia, miedo, rabia ante la posibilidad de que David sea amado por el pueblo, de que se convierta en un rival. En otros casos, se trata de un deseo de venganza: llegamos a pensar que el otro ha hecho algo malo y queremos destruirlo a cualquier precio.

Hay situaciones en las que resulta difícil encontrar un motivo razonable: simplemente un corazón desprecia a otra persona y desencadena una lucha rabiosa contra ella.

Cuando un ser humano sucumbe al dinamismo del odio y del desprecio, puede rebajarse a acciones incluso delictivas. No se contentará sólo con difamaciones o con un modo sutil e ingenioso de promover sospechas. Será capaz de levantar mentiras y calumnias para enlodar a quien ve sólo como un enemigo, a quien mira con un desdén profundo y rabioso.

¿Es posible sanar un corazón que ha llegado a rodearse de cadenas de envidias, que vive lleno de deseos de venganza, que naufraga en la rabia contra víctimas inocentes?

En algunas situaciones la curación parece imposible: estamos ante personas psicológicamente enfermas que necesitan un tratamiento médico. Por desgracia, muchas veces no llegan a reconocer su situación ni a pedir ayuda especializada: vivirán en medio de sus rencores y harán mucho daño a quienes han escogido como víctimas. Otras veces ellos mismos o algún familiar harán posible el inicio de un tratamiento psicológico que, si se lleva de modo adecuado, puede producir buenos resultados.

Hay situaciones que no surgen desde enfermedades mentales, sino desde ese mal interior que surge de las secuelas del pecado original y de las pequeñas o grandes opciones personales que configuran poco a poco la propia manera de pensar y de actuar. Quien ante una injusticia real o imaginaria opta por el senda de la venganza a cualquier precio; quien no soporta ver a otros avanzar por el camino de la virtud y se ahoga en la envidia; quien se siente empequeñecido cuando alguien triunfa a su lado; quien permite crecer la avaricia y la soberbia en su corazón… dejará que su alma quede dominada por un monstruo interior que un día desencadenará sus odios incontenibles contra la víctima prefijada.

Incluso en esas situaciones es posible una terapia completa, definitiva, desde el gesto valiente, humilde y franco de pedir perdón a Dios y al hermano injustamente perseguido. Lo cual es posible sólo si uno llega, desde la ayuda de la gracia de Dios, a reconocer cómo el mal ha avanzado en su alma, cómo el odio lo ha dañado a él y a quienes vivían tal vez bajo su mismo techo.

Si acoge la ayuda que viene de Dios, si desde un arrepentimiento sincero acude al sacramento de la Penitencia, podrá romper el cerco malévolo de las mentes retorcidas. Entonces estará en condiciones para introducirse en el mundo del Evangelio, empezará a vivir desde el amor sincero y humilde a sus hermanos, adquirirá un corazón sano y lleno de misericordia.

2 thoughts on “Mentes retorcidas

  1. Me gustarìa leer tambien algún consuelo y cierta orientación práctica destinada a la victima,ya que el odiadore parece no necesitarla.Lo de la confesión estaría bien si el que odia frecuentara ese sacramento,pero ,me parece que en ese caso encontraría algún cauce para sus retorcimientos…RPTQuè puede hacer AQUI y AHora una victima de la mente retorcida que con tanto acierto se describe aquí?

  2. he leido,con mucho interes los art-mentes reorcidad y cuando el poder corrompe,quiero que Ud.sepa que nosotros una comunidad de argentina sufrmos por parte de n/obispo estos males,a tal punto que denunciamos los mismos ante la Nunciatura y la Santa Sede.Mi inquietud es saber si podemos enviar a Ud.via mail la doc.y asi Ud.podra ayudarnos y orientarnos para que la corrpcion se termine en esta diocesis.Gracias.Sra.Hilda

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