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Desastre humanitario

Se está viviendo, en estos momentos, un desastre humanitario de dimensiones catastróficas en la región del este africano conocida como el Cuerno de África, particularmente en Somalia, Eritrea, Gibuti, Kenia y Etiopía, que amenaza con extenderse a Sudán del Sur, Uganda y Tanzania. Se trata de 12 millones de personas que están a punto de morir por hambre y sed, de los que casi un millón son niños.

La tragedia obedece a una horrible combinación de sequía, inflación en los precios de alimentos y conflictos político-militares. De las tres causas la más evidente es la sequía, pues en la región no ha llovido desde hace 18 meses. La población que más sufre es la de Somalia, un país que lleva casi 20 años sin rumbo político y carente de un Gobierno estable, donde habitan casi cuatro millones de seres humanos de los que dos mil, al día, obligados por la sed, el hambre y las guerras, están abandonando su tierra para llegar a campos de refugiados que los gobiernos de Kenya y Etiopía han tenido que instalar en sus fronteras con Somalia.

Mientras esto escribo he imaginado a estos seres humanos, hermanos nuestros, muertos por hambre y sed sobre la tierra seca del África. Lo que imaginé es horrible, mis pensamientos se llenaron de imágenes apocalípticas; no obstante creo que me he quedado corto.

La comunidad internacional ha comenzando a reaccionar a partir de un llamamiento que Benedicto XVI presentó el domingo 31 de julio “para afrontar la grave sequía que está golpeando a la población del Cuerno de África”. Al día siguiente varios representantes de diversos países se reunieron en Roma en una cumbre convocada con carácter de urgente por la FAO, con el objetivo preciso de “evitar una catástrofe humanitaria inminente y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo en la región”, como se explicó a los asistentes, de entre quienes los países miembros del G-20, admitieron que “si la crisis no se contiene en forma rápida y se invierte la situación, podría convertirse rápidamente en una catástrofe humanitaria que afecte a diversas zonas en la región del Cuerno de África, y por ello es de enorme importancia atender las necesidades de la población afectada y de los medios de vida de los que dependen para su supervivencia”. El martes 2 de agosto la ONU solicitó 1,500 millones de dólares. El mismo día, la Conferencia del Episcopado Italiano depositó un millón de euros, Cáritas italiana agregó 300 mil y el Papa, mediante el Pontificio Consejo Cor Unum, aportó 50 mil. Además, el domingo 18 de septiembre la colecta de todas las iglesias de Italia se destinará a esta causa.

Este es un desastre que reclama una intervención internacional inmediata, como advirtió el obispo de Gibuti y presidente de Cáritas Somalia, Mons. Giorgo Bertin, cuando explicó que “si queremos evitar la catástrofe humanitaria hay que actuar con velocidad y con mucha atención a la complejidad del contexto”, pero el problema promete vigencia al futuro, como explicó en la misma Cumbre de Roma el Director General de la FAO, Jacques Diouf, cuando dijo que “si queremos evitar futuras hambrunas y crisis de inseguridad alimentaria en la región, los países y la comunidad internacional necesitan fortalecer con urgencia el sector agrícola y acelerar las inversiones en desarrollo rural”.

Me parece significativo que en la lectura del Evangelio del domingo 31 de julio, Dios nos haya dado a conocer lo siguiente: “Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: -El lugar está deshabitado, y la hora ya es pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida-. Mas Jesús les dijo: -No tienen porqué marcharse; denles ustedes de comer-. Le dicen ellos: -No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces-. Él dijo: -Tráiganmelos acá-” (Mt 14, 15-18).

El problema del hambre en el Cuerno de África y en el resto del mundo no se resolverá hasta que cambiemos nuestros hábitos de consumo. Hoy gastamos mucho en cosas superfluas, absurdamente innecesarias, mientras otros mueren de hambre; y aunque parezca que cinco panes y dos peces son nada, el Señor hará el milagro de la multiplicación, siempre y cuando los presentemos ante su mirada.

Toda ayuda monetaria se puede enviar a Caritas Italiana a través del Apartado Postal No. 347013, especificando en los motivos: “Carestía Cuerno de África 2011”.

Nota del editor:

Más información: http://www.chiesacattolica.it/cci2009/chiesa_cattolica_italiana/news_e_mediacenter/00022947_Corno_d_Africa___la_fame_chiama.html

Caritas Italiana, Via Aurelia 796 – 00165 Roma, corrente postale n. 347013

Transferencia bancaria a UniCredit Banca di Roma SpA, via Taranto 49, Roma – Iban: IT 50 H 03002 05206 000011063119

Siempre especificando el motivo: «Carestia Corno d’Africa 2011».

Tarjeta de crédito, telefoneando a Caritas Italiana tel. 06.66177001, en horario de oficina.

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