En otro momento de la historia eran los Estados los que buscaban ejercer sus condicionamientos ante la elección de un Papa. Hoy en día es la opinión pública. Esta es la constatación que un comunicado de la Secretaría de Estado de la Santa Sede difundió el sábado 23 de febrero de 2013 a propósito de una creciente marea de publicaciones suscitadas a raíz de la renuncia de Benedicto XVI y el inminente Cónclave.
Uno de esas graves mentiras es la que publicó inicialmente la revista italiana «Panorama» sobre un informe privado presentando por una comisión de tres cardenales (Julián Herranz, Joseph Tomko y Salvatore De Giorgi) a Benedicto XVI, a raíz de la filtración de documentos en el Vaticano.
«Panorama» aseguraba haber accedido al «informe secreto» cuyo contenido (corrientes de poder, divisiones en la Iglesia e incluso un poderoso lobby gay capaz de determinar decisiones), como dice el título del artículo de la revista, «condicionaría el Cónclave» (cf. 20.02.2013).
Un día después el periódico italiano La Repubblica retomó (sin decirlo) y magnificó el artículo de «Panorama» llegando a titular su ficción «Sesso e carriera, i ricatti in Vaticano dietro la rinuncia di Benedetto XVI» («Sexo y carrerismo, el chantaje en el Vaticano detrás de la renuncia del Papa»). La autora del artículo, Concita De Gregorio, ex directora del diario comunista italiano L’Unita, deja volar su imaginación hasta decir y disparar conclusiones que, desgraciadamente, no tienen soporte en ningún informe secreto porque, de hecho, tampoco ella ha tenido acceso a él. El artículo de La Repubblica dio pie a otros publicados posteriormente en lengua española por periódicos de gran alcance como El País o El Mundo.
El 22 de febrero el diario «Il Sussidiario» entrevistó al autor del primer artículo en «Panorama» y es ahí donde él mismo revela, primero, que La Repubblica les plagió la nota y, segundo, que en realidad él no tuvo acceso a ningún informe sino que todo lo supuso (cf. «Atacco al Papa/ Ingrao (Panorama): il mio scoop travisato da Repubblica per colpire Benedetto»).
Que el mismo autor de una revista como «Panorama» diga que el periódico La Repubblica tenga como intención «golpear» al Papa no está de más pues, de hecho, desde el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI ese periódico se ha decantado por la publicación de artículos que reducen la Iglesia a luchas de poder, mafias de dinero y sexo.
The New York Times, el tradicional periódico anticatólico, también puso de su parte –aunque en otro tema– al apuntar los reflectores a la cita que el Card. Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, tuvo en la corte por casos de abusos contra menores en la diócesis de Milwaukee. El artículo («Lawyers Question New York Cardinal in Milwaukee Suits», 20-02-2013), fue firmado por la señora Laurie Goodstein, quien en el pasado hizo todo lo posible por involucrar al Papa en algún caso de abuso, sin lograrlo (véase, por ejemplo, «El abuso de los abusos», «The New York Times y el efecto boomerang» y «Quién es quién en el escándalo de los abusos»).
Como señala Juanjo Romero en el blog «DeLapsis», «El cardenal acudió voluntariamente, lo esperaba hace tiempo, para hablar sobre la decisión que tomó hace nueve años de publicar los nombres de los sacerdotes involucrados en casos de abuso. Prestó toda su colaboración. No está acusado de nada».
Pero la prensa de lengua española pronto se dio a la tarea de inventar, tomando pie del despacho de prensa de la agencia Associated Press. Así se explica el surtido elenco de titulares que van desde «Destituyen a cardenal de NY por proteger a sacerdotes acusados de abusos» (Univisión; quien de hecho borró posteriormente el artículo), pasando por «Destituyen arzobispo de Nueva York por escándalos sexuales» (El País-Colombia, 21.02.2013), hasta «Por proteger a pederastas destituyen al cardenal Dolan de NYC» (El Diario, 21.02.2013), «Destituyen a arzobispo en NY por proteger abuso sexual; participará en cónclave» (Animal Político, 21.02.2013) o «Destituyen a arzobispo de ciudad de Nueva York» (Terra-España, 21.02.2013).
«Es deplorable que, a medida que se acerca el inicio del cónclave y los cardenales electores estarán obligados, en conciencia y ante Dios, a expresar con plena libertad su elección, se multiplique la difusión de noticias, a menudo no verificadas o no verificables, o incluso falsas, incluso con graves perjuicios para las personas y las instituciones», decía también el comunicado de la Secretaría de Estado del Vaticano.
En términos de comunicación y fraude el panorama no es menos triste: cuando no hay fuentes ni datos que justifiquen las aseveraciones entonces no hay periodismo sino ficción y, además, como dice Diego Contreras en el blog «La Iglesia en la prensa», barata. Pero lo barato de las fantasías sale caro al lector que paga por un producto que, a fin de cuentas, es una mentira. Y cuando grandes periódicos se conforman con reproducir repetida y acríticamente rumores entonces no es difícil pensar en la consciente aceptación de la difamación. Casualmente, siempre contra la misma institución.
Jorge Enrique Mújica | Cortesía ZENIT News Agency
Gracias a Dios existe «Periodismo Católico». O la cizaña que siembran los malintencionados no quedaría al descubierto, y ocultaría la verdad, para mal de muchos.