Toda pregunta adquiere sentido al responderse, pero en ésta ocasión no basta con darle sentido a la pregunta, se trata de hallar en la respuesta el sentido a nuestra vida.
Es importante dedicar tiempo a reflexionar lo que debe inspirar la trascendencia de nuestro actuar, porque en esa aspiración de -trascendender- equivocadamente ambicionamos tener dinero, poder, éxito, fama… Realidades que brindan un estatus de seguridad y popularidad que -dejan huella terrenal- que por ser temporal genera un miedo constante a la muerte aparente de lo que en esencia no puede ni debe acabar: la VIDA. Y en un afán desmedido de evitar la muerte, morimos en vida y vivimos muert@s…
Si deseamos VIVIR y perder el miedo a morir en el tiempo, es indispensable significar nuestra vida. No es tan sencillo como parece, pero ¿quién dijo que la vida era fácil?… La vida no es fácil porque a lo fácil es difícil descubrirle la valía. Pero la vida se torna más difícil para quien no encuentra una justificación a su dificultad. Son las dificultades las que hacen de nuestra vida un triunfo; si nuestra vida es un triunfo, seguir viviendo también lo es… Pero solamente podremos valorar nuestra vida en función al esfuerzo consciente que empeñemos en perfeccionarla (no con el interés de “ser perfect@ y pasarlo bien”, sino para dar lo mejor de nosotros a los demás). Y es que la trascendencia de la naturaleza humana se sostiene en el AMOR… Sí, esa palabra que hemos leído y escuchado tantas veces pero que solamente existe al vivirla… Amar es la justificación que necesitan nuestras decisiones y esfuerzos para darle sabor a toda emoción y situación – sea agradable o desagradable.-
No importan los años de nuestra vida sino la vida de nuestros años, por tanto: si la prisa nos lleva demasiado tiempo. Si buscamos la felicidad en algo que se agota, descompone, envejece o aprisiona. Si haciendo lo que queremos, no obtenemos lo que esperamos. Si tenemos lo que queremos pero no disfrutamos lo que hacemos. Si no hacemos lo que queremos, ni obtenemos lo que esperamos; o en el peor de los casos, no sabemos lo que hacemos, ni sabemos que esperar… Despreocupémonos, la respuesta ya la sabemos: ¡Comenzar a Amar!…
Necesitamos del amor mismo para comenzarlo a practicar: “Comulgar al AMOR, comulgar con el amor, amar en comunión con Él”… ¡No tengamos miedo al esfuerzo, no tengamos miedo al amor! No nos conformemos con razones que permitan continuar, demos a nuestra vida un sentido que nos incite a progresar, conquistar, avanzar… Sólo entonces, la huella que dejaremos en la vida de los demás será indeleble y por siempre apreciable – porque el amor no pasa nunca- ¡Generemos vida y vivamos siempre en el corazón de los demás!