En México celebramos el Día de la madre el 10 de mayo. En otros países lo han hecho el domingo pasado. Gracias a Dios en nuestra cultura y en muchas culturas está muy arraigada esta celebración. Es importante la figura materna en la gestación, el nacimiento y el desarrollo de la persona. Nos alegramos y damos gracias a Dios por la mamá que nos ha concedido, por tantas muestras de amor tierno, paciente, abnegado y sabio de ella a lo largo de nuestra vida.
Desde luego que la maternidad ha sido compartida por la paternidad. Junto a la figura materna ha sido imprescindible la figura paterna. La nueva vida inició gracias a la fecundación de un óvulo –célula femenina- por un espermatozoide –célula masculina-, lo cual dio lugar a un nuevo ser humano, con un código genético único, original e irrepetible –así empezamos cada uno de nosotros, encontrando en el seno materno la cuna, el corazón y el palpitar que acogió, defendió y apoyó el desarrollo del nuestro-.
Es valioso ponderar que nuestra madre sigue teniendo un lugar especial en nuestra vida, no importa nuestra edad y circunstancias.
Pero también en la medida que nosotros vamos creciendo, es lo normal que nuestra madre empiece a declinar en su fuerza y vitalidad. De esta manera, es lo más saludable que ella encuentre en nosotros un corazón amado y filial que la acompañe y sostenga. Nuestra dedicación a ella es una pequeña respuesta agradecida a lo mucho que ha hecho por nosotros y nuestros hermanos, si hemos tenido la dicha de ellos.
Valoro la entrega de los matrimonios que generosamente abren su corazón y hogar para la adopción; también las religiosas que viven plenamente su maternidad desde la vida consagrada. Por cierto, el domingo 12 de mayo tendremos la canonización de una nueva religiosa mexicana: la Madre Lupita García Zavala, que consagró su vida sobre todo a la atención de los pobres y los enfermos.
Por otro lado, también con dolor reconozco que va creciendo el número de madres solteras, las cuales han asumido solas la función de padre-madre; también va creciendo el número de las madres adolescentes; lo mismo que aumenta el número de las que deciden por el aborto, con cuya elección, como alguien ha dicho, no se desembarazan, sino que rechazan abruptamente la maternidad con la muerte de su hijo.
Sugiero algunos aspectos que conviene tener en cuenta:
- La felicitación del Día de la madre exprese no sólo la fiesta de un día, sino un estilo de vida a lo largo de todo el año;
- La celebración del Día de la madre tenga en cuenta también al padre; y que esta reciprocidad se celebre igualmente el Día del padre;
- El varón y la mujer son diferentes, pero iguales en dignidad, para armonizar, complementar y trabajar sumando esfuerzos en la relación conyugal y paterno-materna. Ambos son corresponsables de la educación integral de sus hijos: en lo biológico, psicoafectivo, intelectual, laboral y espiritual;
- Valoren cada hijo como don de Dios; promuevan la comunicación y comunión entre todos los miembros de la familia. Familia que come unida, trabaja unida, reza unida y se divierte unida, permanece unida.
- El Día de la madre sea una fiesta que incremente el sentido y espíritu de familia.
- Es de sabios y de santos reconocer lo mucho que se ha dado y recibido en la vida familiar; también es de sabios y de santos reconocer con humildad y con espíritu de conversión los aspectos en que se ha hecho mal o se ha dejado de hacer el bien, para recomenzar con nuevo amor y dedicación.
¡Feliz Día de la madre en fiesta de familia!
9 de mayo de 2013
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán