¿Por qué la Iglesia católica no ordena a mujeres con el orden del sacerdocio? La primera dificultad aquí, es que la ordenación sacerdotal no es un derecho sino un don. El sacerdocio no es un puesto para tener abolengo ni para tener poder ni beneficios personales. Quien así lo vea está equivocado, quien así viva está en pecado.
El sacerdocio es un don (regalo de Dios), es una llamada de Cristo a vivir una relación con Él, sirviendo a su pueblo. Aunque toda la Iglesia es un pueblo sacerdotal, compartiendo el sacerdocio de Cristo por medio de sus sacrificios diarios, oraciones y divulgación del Evangelio, Dios llama a personas específicas para que sirvan en su nombre en medio de la comunidad. Estas personas son los sacerdotes. Así pues, el sacerdocio no es simplemente una ocupación entre otras muchas. Es una forma de vida a través de la cual Dios invita a un hombre a entrar en una relación más profunda con Él. En la Iglesia el don del sacerdocio no es para dar más importancia a una persona.
¿Quién es el más importante en la Iglesia? La respuesta es: Una persona santa. Por lo mismo los cristianos católicos no debemos buscar un puesto, cargo o apostolado para ser importantes. Algunos representantes de medios de información me han dicho que la Iglesia católica discrimina a las mujeres. Yo respondo que en la Iglesia no se discrimina a las mujeres, la no ordenación de mujeres no es discriminación. Recordemos que en la Iglesia adquiere mayor renombre el santo, no él que tiene mejor puesto o compromiso.
¿Quién es el más santo de toda la historia? La respuesta contundente es: La Virgen María, que no fue nunca ordenada sacerdotisa y sin embargo, además de ser la Madre de Dios, ejerció un papel clave en la unidad del colegio apostólico tras la confusión del calvario.
¿Pero en la Iglesia se reporta una diaconisa, entonces porque no se siguen ordenando mujeres? Respuesta: Cierto es que la Biblia habla de Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas (Rm. 16,1), pero dicho ministerio no tenía carácter sacerdotal, sino de mero ejercicio de la caridad, diferenciándose de otros servicios digamos «sacerdotales» (aunque quizás todavía no claramente perfilados como tal) como eran la oración y la predicación (Hch. 6,4) Si Jesús hubiera querido ordenar mujeres sacerdotisas, lo hubiera hecho, ya que podemos decir que era lo habitual en los pueblos paganos. De esta manera nadie entre sus seguidores inmediatos y en los primeros siglos se hubiera extrañado si hubiera roto la tradición judía y hubiera buscado mujeres para el orden sacerdotal.
¿La mujer en la religión no tiene dignidad? Respuesta: Creo que se olvidan que Jesús se encarnó ¡en una mujer!, así lo decidió Dios. Qué mayor dignidad se puede asignar a una mujer que el ser madre de Dios.
¿Podría en un futuro algún Papa modificar la doctrina de la Iglesia sobre ordenar a las mujeres sacerdotisas? Respuesta: No. La declaración “Inter insigniores”, publicada el 15 de octubre de 1976 concluye que la Iglesia «no se considera autorizada a admitir mujeres a la ordenación sacerdotal». Para el año 1994 algunos parecían considerar la cuestión todavía abierta al debate, y pensaban que la Iglesia tenía sólo fuerza disciplinar, no doctrinal, Juan Pablo II decidió escribir la “Ordinatio sacerdotalis” y resolver así cualquier tipo de duda. En esta carta apostólica, el Papa deja muy en claro el papel necesario e irremplazable de la mujer en la vida y misión de la Iglesia católica, aunque no vinculada al sacerdocio ministerial. Declara pues que la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a mujeres, y que dicho dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia. Esto implica que la enseñanza es irreformable, que debe mantenerse siempre y por todos. Esto lo afirma la congregación para la doctrina y la fe, declarando que lo expuesto en la carta apostólica “Ordinatio sacerdotalis” debe entenderse como doctrina perteneciente al depósito de la fe, que es doctrina infalible. (28 de octubre de 1995). A partir de todo esto, la cuestión de ordenar a mujeres sacerdotisas dentro de la Iglesia católica ya no está abierta a la discusión.
Conclusión.
La Virgen María tuvo un papel especial; Jesús igual. No coexistieron en igualdad de condiciones, cada quien tuvo su misión, no sé reprocharon por ello. Así pues la mujer debe reivindicar su papel histórico como fuente de vida y amor pleno, calor humano pero sobre todo de ser especial en igualdad de condiciones pero no de misiones.
Lo que la Santa Madre Iglesia dice por medio de nuestros Santos Papas es Infalible y por lo tanto no tiene Discución.