El ser humano tiene una dignidad como persona, como hija o hijo de Dios, pero al mismo tiempo desde los inicios de los tiempos la lucha de género ha creado una continua batalla entre hombre y mujer. Desgraciadamente la idea de que el hombre es superior es un malentendido generacional, que no termina en nuestros días y que ha causado grandes estragos personales, familiares y sociales.
A lo largo de la historia de la humanidad vemos como Dios nos ha hablado y sigue hablando tanto a mujeres y hombres, como a través de mujeres y hombres. Pero no hay momento más precioso que la concepción de Jesús en el seno maternal de María. El maravilloso hágase o fiat es el momento culmen de la historia de la humanidad y sus géneros femenino y masculino, pues en ese momento en que María dice ese sí quiero y el Espíritu Santo concibe a Jesús en su seno, los géneros quedan enaltecidos de una manera excepcional.
Jesús pudo bajar del Cielo y empezar su vida en la tierra, pero quiso sentir y vivir desde la concepción, quiso tener una madre, quiso ser arrullado por una madre, quiso ser besado por una madre, quiso ser corregido por una madre.
El Hombre (Cristo) se engendra a través de la Mujer (María), no hay momento más hermoso para el ser humano. La maternidad de María ilumina no solamente a las mujeres, sino a todos y cada uno de los seres humanos que hemos nacido a través de una mujer.
Que esa maternidad divina de Nuestra Madre del Cielo, ayude a ver ese papel esencial que solamente las mujeres pueden hacer. Este día de las madres elevemos una oración por todas las madres del mundo, también por aquellas que quieren serlo, por aquellas, que a pesar de la adversidad deciden decir sí a la vida y ser madres en un acto generoso y valiente, por aquellas que tal vez no debieron ser madres pero que tienen esa gran responsabilidad, por aquellas que todos los días visitan a sus hijas e hijos enfermos o en la cárcel, por aquellas que sufren la angustia día a día por la desaparición de sus hijas e hijos.
¡Feliz día de las madres!