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Un cardenal en el corazón herido de México

Al corazón herido de México. Allí donde los cárteles del narcotráfico han llegado a colonizar buena parte de las estructuras del poder político. Donde la corrupción y la brutal violencia son moneda corriente, en uno de los países con mayor número de católicos en el mundo. Ahí mismo el Papa decidió enviar un cardenal. Se llama Alberto Suárez Inda y estaba listo para el retiro, pero a Francisco pareció no importarle. En lugar de aceptarle la renuncia, lo convirtió en una de las sorpresas de su próximo Consistorio.

El arzobispo mexicano de Morelia es uno de los cinco purpurados originarios de América Latina incluidos en la lista de 20 a los cuales el pontífice otorgará el birrete colorado el próximo 14 de febrero en la Basílica de San Pedro. De ellos 15 son “electores”, por tener menos de 80 años y estar habilitados a ingresar a un Cónclave para elegir un futuro Papa. El resto son “eméritos”, personajes reconocidos por su servicio a la Iglesia.

De los latinoamericanos tres son electores y dos mayores. El caso más emblemático es el de Suárez Inda. México tiene una “sede cardenalicia” sin purpurado. O tenía, porque esas sedes parecen haber desaparecido en el pontificado de Francisco. Se trata de arquidiócesis de diversos países cuyos titulares, por tradición e historia, aspiraban casi automáticamente a recibir el birrete colorado.

Aunque ninguna ley eclesiástica estableció jamás la existencia de tales “sedes cardenalicias”, era una regla no escrita que permaneció vigente –en mayor o menor medida- en los anteriores pontificados. Si esta práctica se hubiese mantenido, el Papa habría podido conceder el cardenalato al arzobispo mexicano de Monterrey, Rogelio Cabrera López. Pero no lo hizo y se decantó por el pastor de Morelia, demarcación eclesiástica que nunca había sido guiada por un “príncipe de la Iglesia”.

Morelia es la diócesis más grande de Michoacán, un estado que se encuentra entre los peores de México por índice de violencia e impacto de las bandas de narcotraficantes. Uno de los cárteles más peligrosos del país es conocido justamente como “La Familia Michoacana”.

Los obispos de la zona, encabezados por Suárez Inda, han denunciado varias veces la situación. El 18 de mayo de 2013 publicaron un “Mensaje al pueblo de Dios en nuestras diócesis” en el cual se dijeron “interpelados por el dolor, la incertidumbre y el miedo de tantas personas”.

“Nos duele profundamente la sangre que se ha derramado, la angustia de las víctimas de los secuestros, los asaltos y las extorsiones; las pérdidas de quienes han caído en las confrontaciones entre las bandas, que han muerto por el poder criminal de la delincuencia organizada o han sido ejecutados con crueldad y frialdad inhumana”, indicaron.

Advirtieron que “es generalizada la percepción de que falta eficacia de las autoridades” para “garantizar la seguridad, el orden, el derecho al libre tránsito” y establecieron: “no nos extraña el surgimiento de las llamadas ‘policías comunitarias’, signo y consecuencia del hartazgo de la población ante el crecimiento de los problemas arriba señalados, con lo cual se ha aumentado la confusión para los habitantes de las comunidades, que se ven rodeados de grupos armados de distinta procedencia, muchos de los cuales se autonombran defensores de los intereses de la gente y hasta pretenden actuar en nombre de Dios”.

Más tarde, el 1 de diciembre de 2013, los pastores difundieron un “Mensaje de Adviento” en el cual constataron que la sociedad está “a tal grado contaminada por la corrupción”, que considera que “cualquier esfuerzo de querer mejorar las cosas está condenado al fracaso”, y por eso llamaron a “dejar a un lado la agresividad y aceptar que el principio de la paz es la reconciliación y el perdón”.

El Papa se ha mostrado cercano a esta realidad de degradación. Con el cardenalato a Suárez Inda, de hecho Francisco dará voz a aquellos que sufren por el terror de la droga y de la delincuencia. Algo que en cierto modo confirmó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, al constatar que “la diócesis de Morelia en México es una región atormentada por la violencia”.

Junto a la designación del arzobispo mexicano, otra de las sorpresas del próximo Consistorio es la llegada del primer cardenal para Panamá. Se trata de José Luis Lacunza Maestrojuán, un religioso perteneciente a la congregación de los Agustinos Recoletos que nació en Pamplona (España) en 1944 y fue enviado al país centroamericano en 1971. Allí fue obispo auxiliar de Panamá, pastor de Chitré y desde el 2 de julio de 1999 se desempeña como responsable de la diócesis de David. Además fue presidente de la conferencia episcopal en dos periodos (2000-2004 y 2007-2013).

El restante cardenal “elector” latinoamericano es Daniel Fernando Sturla Berhouet, arzobispo de Montevideo (Uruguay).Mientras que, en el grupo de los mayores de 80 años, el pontífice incluyó al arzobispo argentino emérito de Tucumán, Luis Héctor Villalba y a José de Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales en Colombia.

Del Vatican Insider

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