Del 14 al 17 de abril, los obispos de México celebraron su Asamblea Plenaria número 99 en la casa sede el Episcopado Mexicano, ubicada en Lago de Guadalupe, Estado de México. Participaron 125 obispos de todo el país para reflexionar en torno al tema “Los jóvenes destinatarios y protagonistas prioritarios de la Nueva Evangelización en el contexto social post-moderno” con el objetivo de acercarse a los jóvenes, reconocerlos, valorarlos, escucharlos, dialogar y hacer equipo con ellos en la evangelización.
Hacia la parte final de los trabajos de la Asamblea Plenaria, el jueves 16, los obispos presentaron un Mensaje dirigido a todo el Pueblo de México. El comunicado, que lleva por título “Sin confianza y participación no se avanza”, refleja la preocupante realidad por la que atraviesa la nación mexicana -inmersa en una decadencia social y moral acrecentada por una violencia constante y creciente-, retrata la ausencia de confianza en las autoridades públicas, denuncia la acción del mal y clama por la honestidad ya casi extinta en la vida pública. Este es el texto íntegro:
“Los obispos de México somos conscientes del creciente reclamo de los ciudadanos que, cada vez con mayor insistencia, piden ser escuchados y atendidos, sobre todo por quienes se han comprometido a servir al pueblo. No hay razón para oídos sordos.
Como sucede en familia, incluso en las crisis, lo que se necesita para salir adelante es la confianza. Confianza que brota de tener la seguridad de que se está buscando el bien de todos, no sólo de algunos. Lo mismo sucede con nuestro pueblo mexicano. Necesita saber que sus instituciones y autoridades trabajan responsable y honestamente por el bien de todos, particularmente por los que menos oportunidades han tenido.
Un pueblo sin confianza alimenta la indiferencia, el desaliento o la agresividad. No podemos negar la crisis actual de nuestra querida Patria. Si no reconocemos que el mal se está extendiendo, hasta en las instituciones que deberían erradicarlo, no podremos solucionarlo. El mal no tiene la última palabra. ¡Nos urge la honestidad!
No nos acostumbremos a lo que destruye la dignidad del ser humano y el valor de la vida: la injusticia, la corrupción, la violencia, la impunidad… Todo esto provoca la desconfianza y desalienta la participación. Los mexicanos no podemos tolerar a quienes buscan el poder sólo para favorecer sus intereses.
¡Los obispos queremos ayudar a restaurar la confianza de nuestro pueblo! Esa es nuestra misión. La confianza se gana hablando con la verdad, cumpliendo los compromisos, construyendo la justicia y respetando la vida; a ejemplo de Cristo, en quien todos confiaron viéndolo hacer el bien. Los mexicanos podemos reconocer el bien y vivirlo.
Que las familias, los maestros, las comunidades, las autoridades y todas las instituciones públicas y privadas eduquen en la confianza con el ejemplo. Cumplan bien sus responsabilidades, actuando con legalidad, honestidad y solidaridad. Eso es lo que merecen y esperan todos los ciudadanos, sobre todo los niños y los jóvenes, que son el presente y el futuro de nuestro País.
Sepan que en cualquier diálogo con las autoridades y los diferentes sectores sociales, los obispos seguiremos expresando con claridad y firmeza las grandes necesidades de nuestro pueblo mexicano.
Orando y trabajando tenemos la esperanza de mejorar. Es la confianza que nos da Jesús. Con su muerte y resurrección nos ha demostrado que el amor vence al mal y hace triunfar el bien y la vida. Santa María de Guadalupe nos acompaña en este camino.
¡Todos debemos participar para construir un México en el que confiemos unos en otros! Si actuamos con verdad recuperaremos la confianza”.
Los obispos de México, conocedores de la violencia de terror creciente en todo el país, quieren evitar que el mal del aborto siga provocando más violencia, y por ello, además del documento “Sin confianza y participación no se avanza”, han escrito una oración -en favor de la vida humana- a la que titularon “Oración por la vida”:
“Gracias Padre bueno por el don de la vida que nos has concedido. Te pedimos que la podamos vivir y ayudar a vivir, hasta la plenitud de Cristo.
Concédenos que en nuestra patria nos conduzcamos mediante leyes sensatas que reconozcan, respeten, defiendan y promuevan toda vida humana, desde su concepción hasta su término natural. ¡Virgen María de Guadalupe, Madre de la Vida, ruega por nosotros!”.
Los obispos de México invitan al Pueblo creyente a rezar esta oración y piden que se difunda ampliamente.
Ahora que se sabe que en México hace falta la honestidad, habrá que ser más que espectadores atendiendo a esta denuncia y petición de los obispos, en un esfuerzo por recuperar esa honestidad perdida.