Nuestra familia esperaba nuestro nacimiento y se alegró el día que sucedió. Mamá ocupa un lugar central, ella nos fue gestando a lo largo de nueve meses; ya habiendo nacido, ella nos amamantó y nos ayudó con ternura solícita a crecer. Este 10 de mayo la felicitamos y le damos gracias de una manera especial, con el propósito de que nuestras manifestaciones de cariño y gratitud hacia ella sean constantes, todos los días.
Junto a mamá está la presencia y participación de papá, cada uno cumpliendo su peculiar función y misión, ambos en igual dignidad y complementarios el uno hacia el otro y hacia nosotros, sus hijos.
También nos alegramos de nuestros hermanos, si los hemos tenido. Es una dicha haber crecido con la presencia nutridora y provocadora de nuestros papás y hermanos para el desarrollo en todos sentidos: físico, social, intelectual, cultural, espiritual.
Día de la madre: para celebrarlo en espíritu de familia, de modo que sea una oportunidad de crecimiento en la comunicación y comunión, en la alegría del hogar.
Oremos por quienes han crecido sin la compañía y soporte de una familia unida.
Oremos también por quienes hayan partido de este mundo -mamá, papá, hermanos- que gocen la vida eterna con la Familia trinitaria, o sea en la mayor dicha posible y a la cual anhelemos y podamos llegar todos.