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Cuando la historia se queda a la mitad

La historia presenta e ilustra miles de hechos del pasado. A veces con documentos válidos y con explicaciones correctas. Otras veces, con una mirada incompleta, parcial, distorsionada.

¿Cuándo ocurre lo segundo? Cuando la historia se queda a mitad de camino y presenta unos hechos sin tener en cuenta otros datos que explican de modo más completo los acontecimientos estudiados.

Pensemos en un libro que narra la victoria de un ejército sobre otro. Se analiza la preparación de la batalla, los errores y aciertos de los generales, el comportamiento de las tropas, la tecnología militar utilizada. La presentación será incompleta si, por un lado, se evidencian las injusticias cometidos por unos, mientras se silencian las cometidas por los otros; o si todo queda centrado en la lucha entre soldados mientras se deja por completo de lado las atrocidades cometidas sobre la población civil.

Desde luego, no es posible narrarlo todo. La historia no puede ser una fotografía que reproduce los hechos del modo más fidedigno posible. No sólo porque entonces se convertiría en un trabajo casi infinito, sino también porque los documentos nunca serán suficientes: hay tantas cosas que permanecen en lo oculto por cientos y cientos de años…

Pero lo anterior no da licencia a esas actitudes parciales por las que muchos historiadores, periodistas, gobiernos, gente común, se fija en hechos descontextualizados y deja de lado cientos de acontecimientos que explican (aunque no justifican) por qué esos soldados actuaron con tanta rabia: porque antes los soldados del otro bando cometieron fechorías similares…

La historia no puede quedarse a la mitad, ni producir caricaturas donde se exalta a algunos como “buenos” mientras se ocultan todas las atrocidades cometidas por esos buenos, y donde se denuncia a otros como “malos” cuando se silencian aquellas cosas buenas (si las hubo) que realizaron.

Sólo desde un esfuerzo sincero por abrirse a los hechos en toda su complejidad y en los contextos que los produjeron, podremos superar tantas mitologías históricas que giran por el mundo y elaborar narraciones que nos permitan comprender un poco mejor el pasado de los pueblos y de quienes, mejor o peor, tuvieron diversas responsabilidades como dirigentes de los mismos.